Razones para no aceptar tarjeta en los restaurantes centenarios de Madrid

Los establecimientos centenarios de Madrid han seguido adelante en la era 2000 sin necesidad de sumarse al plástico. Argumentan distintas razones. Desde el restaurante de cocina tradicional castellana, La Bola , se preguntan «¿para qué?». Llevan abiertos desde el siglo XIX y «nunca ha habido quejas de la clientela, ni necesidad».

En España hay en este momento cerca de un millón y medio de terminales bancarias. Pero según los datos del Banco Central Europeo , en un año un español paga con tarjeta cinco veces menos que un danés o un sueco. Por algún motivo el plástico no arraiga tanto como debería.

En la travesía madrileña de las Vistillas, Milagros, la dueña del restaurante El Tormo , intenta mantener el ambiente tradicional de su establecimiento: «Solo servimos platos que aparecen en «El Quijote». Además mantenemos la puerta cerrada. Se trata de que el cliente se teletransporte al siglo XV y entonces no había datáfono. «Nos parece que se perdería la atmósfera del local si aceptáramos tarjeta», explica Milagros.

Sin embargo, el motivo más habitual para no optar por el datáfono es como para casi todo, el bolsillo. Las comisiones bancarias resultan muy elevadas para algunos establecimientos. Desde la bodega centenaria «La Ardorosa» explican que la posibilidad del datáfono «ni se plantea» por las elevadas comisiones bancarias. Darse de alta en el llamado sistema TPV (Terminal de Punto de Venta), que permite el pago con tarjeta bancaria, puede costar entre 100 y 300 euros dependiendo de la entidad bancaria contratada por el establecimiento. Además se pueden llegar a pagar cuotas mensuales de hasta 100 euros o un porcentaje sobre cada venta (normalmente cercano al 1%), a parte del coste de la llamada y las eventuales comisiones por mantenimiento si no se llega a un mínimo mensual de ventas.

El problema no se queda en la hostelería. Muchos pequeños comercios no pueden plantearse disponer de un TPV (Terminal de Punto de Venta). El avance de la tecnología móvil ofrece alternativas más económicas y anticipa, según los expertos el fin del pago en plástico. Gracias al sistema MPos se puede utilizar un «smartphone» como si fuera un datáfono. Compañías como Square, propiedad del cofundador de Twitter, Jack Dorsey, Kuapay o Google Wallet están creciendo mucho en Estados Unidos. Sin embargo, en Europa las tarjetas bancarias son distintas a las de Estados Unidos y no funcionan con banda magnética, sino con chip.

Eso ha hecho que compañías como la sueca Izettle se hagan fuertes en nuestro país. Su mecanismo es sencillo: el usuario se descarga la aplicación en su «smartphone» o tableta, se conecta con un lector y se efectúa el pago. Un proceso igual de sencillo que con un TPV solo que más barato: la comisión se reparte entre la entidad bancaria y la de tarjetas (iZettle tiene un acuerdo con el Banco Santander y con Mastercard) e iZettle es del 2.75% por operación. Es solo cuestión de tiempo que la tarjeta de toda la vida se convierta en un simple código que tecleemos en el móvil. El final del plástico está cada día más cerca .