La Fe del quinto premio: 4 millones de euros para una Cofradía abonada al mismo número desde hace una década

La administración de lotería número 1 de Santa Ponça ha repartido este premio íntegramente en este municipio mallorquín de Calvià con un número abonado en exclusiva desde hacía 30 años , según explica a ABC el lotero Jesús Ruiz entre gritos de alegría tras vender 133 series de un total de 172, lo que representa 7.980.000 euros en premios ; 6.000 euros por décimo.

Los vecinos se han ido acercando a esta administración de lotería a medida que se han ido enterando de la «buena nueva». « Ha estado muy repartido porque se ha vendido de forma muy individualizada, décimo a décimo », celebra Ruiz, que calcula que en total hay unos 1.300 décimos premiados. De éstos, más de la mitad han premiado la fe de la Cofradía del Cristo de la Sangre y de nuestra Señora de la Esperanza de Son Ferrer y El Toro, devotos a este número. «No ha venido nadie de la Cofradía y justamente el presidente cedió el mando el domingo pasado. Hemos hablado con él y está contentísimo», reconoce Ruiz. Fundada el 30 de mayo de 1997 , esta cofradía presume de ser la primera de Baleares en la que un paso, la Virgen de la Esperanza, es portado íntegramente por mujeres.

Desde hace una década, siempre compraban el mismo número en Santa Ponça, una localidad perteneciente al municipio de Calvià, cerca de la capital. El lotero ‘titular’ se jubiló hace cinco años y su hijo tomó las riendas del negocio . «Es el primer premio gordo que reparte desde que lo traspasé», reconoce el antiguo propietario, que ha informado a su hijo pasadas las doce de la mañana de que había repartido este quinto premio íntegramente, el mayor que ha caído en las Islas este año. «Anteriormente, dimos un primer premio en 1992 y un quinto de Navidad y también un premio de 100 millones de pesetas de la Primitiva y cosas así... pero hacía tiempo que no pasaba por aquí la diosa Fortuna», reconoce el lotero.

«Para mí es un rito cada 22 de diciembre estar pendiente del sorteo de Navidad. Cuando he visto el número, he llamado a mi hijo, que no lo sabía, y he bajado porque yo vivo en este mismo edificio y lo hemos celebrado», cuenta Ruiz rodeado de vecinos cantando villancicos.

«El destino de los loteros es la frustración porque no podemos jugar todo lo que llevamos o sería la ruina», bromea, mientras los afortunados hacen cuentas para «quitar pequeñas deudas» y comprar «regalos».