Lotería de Navidad 2013: Los que creen que jugar es «tirar el dinero»

Tamayo explica que la Lotería de Navidad no es excesivamente dañino para aquellas personas con problemas de ludopatía por su componente « tradicional, integrado en nuestra cultura y asociado con las fiestas navideñas». Pero añade que también puede provocar una «situación de riesgo» para una posible «recaída del paciente en el proceso de rehabilitación».

Un problema, el de la ludopatía, que no afecta a Davinia Muñoz, malagueña de 27 años dedicada al diseño gráfico que admite no jugar nunca por cuestiones de «estadística y dinero» . «La probabilidad de que me toque es de un 0'06%» , afirma, y añade: «Además soy mileurista, pago un alquiler y aunque una participación cueste 20 euros, no estoy para desaprovecharlos». Admite no tener «nada» que decir a quienes participan en el sorteo del 22 de diciembre, pues entiende que a muchos les da «ilusión durante toda esa mañana». Y tampoco se siente excluida de la tradición: «Una costumbre familiar es desayunar un café y un 'mantecao' con mi madre mientras vemos el sorteo. Porque ellos sí compran lotería».

El canto de San Ildefonso

Patricia Jiménez, de 31 años y administrativa, es otra escéptica de la Lotería de Navidad. «El precio de la participación me parece caro para las casi nulas probabilidades de ganar», explica. Aunque su aversión al sorteo va más allá: « No soporto ese día , con esos niños que tienen ese tonillo que me taladra los oídos», en referencia a los niños del Colegio de San Ildefonso. Aunque reconoce que alguna vez jugó a la Primitiva, «a medias con mi madre», ahora afirma estar alejada de los juegos de azar. Entiende a los que juegan si eso les da « ilusión a sus vidas», y si les toca pide «que inviten a algo». E incluso recuerda que un año su madre «soñó con un número» que intentó comprar, aunque no lo consiguió.

Otro de los ajenos al sorteo del 22 de diciembre es Óscar Bonilla, licenciado en Historia de 25 años, que resulta tajante en su manera de entender la lotería navideña: «Es tirar el dinero» . A pesar de que toda su familia juega «en torno a los 200 euros por persona », él reconoce que ese día no se siente excluido: «No me quedo apartado, simplemente no me acerco». Su discurso no titubea y estima el evento como « un negocio por parte del Estado, que juega con la ilusión de la gente». A su juicio, los jugadores «tiran un dinero que tanto se necesita en estos momentos ».

Aunque quizá todo lo que gira en torno a esos bombos gigantes, repletos de números y dependientes del azar se reduzca, más que al dinero, a la ilusión. Como dice Davinia Muñoz: «A mí todo lo que conlleve algo de ilusión, me mueve algo por dentro».