artes&letras

El Duque de Medinaceli, la música y Toledo

El investigador y musicólogo toledano José María Domínguez acaba de publicar su libro Roma, Nápoles, Madrid. Mecenazgo musical del duque de Medinaceli, 1687-1710

El Duque de Medinaceli, la música y Toledo FOTOS: ANA PÉREZ HERRERA

por M.CEBRiÁN

«El mecenazgo musical fue utilizado por numerosos aristócratas como estrategia para la construcción de su imagen, como propaganda política y como herramienta diplomática en una determinada época». Esto es lo que cuenta José María Domínguez Rodríguez, un joven investigador y musicólogo toledano que ... acaba de publicar en 2013, en la editorial Reichenberger el libro Roma, Nápoles, Madrid. Mecenazgo musical del duque de Medinaceli, 1687-1710 , que a pesar de su título, también tiene una fuerte relación con la ciudad de Toledo y el Hospital de Tavera , donde se encuentra el archivo de esta casa ducal y donde se guarda la memoria y la correspondencia oficial de este personaje, que ha servido de documentación para su investigación. La presentación será el próximo 26 de junio, a las 19.00 horas, en la Biblioteca de Castilla-La Mancha y contará con la intervención de Antonio Illán.

En este libro, José María Domínguez reconstruye el mecenazgo musical de varios nobles españoles que vivieron en ciudades como Roma y Nápoles, centros a su vez fundamentales para la historia de la música europea en un período clave, entre el declinar del Barroco y el auge del Siglo de las Luces. «Es bien sabido que el mecenazgo artístico de los diplomáticos españoles tuvo gran repercusión a la postre en la corte madrileña y lo mismo ocurrió con la música», tal y como destaca el autor, quien señala que «si hasta ahora la circulación de música y músicos entre Italia y España ha predominado en el estudio del siglo XVIII, este libro propone desplazar el foco hacia los mecenas que promovieron y disfrutaron por primera vez de la que hoy llamamos música antigua».

Las ciudades son tan protagonistas de este libro como el propio protagonista, Luis de la Cerda y Aragón (El Puerto de Santa María, 1660–Pamplona, 1711). General de Galeras en Nápoles, embajador de España en Roma, virrey de Nápoles y activo cortesano de Felipe V en Madrid, el IX duque de Medinaceli fue un melómano empedernido, protector de compositores como Alessandro Scarlatti, padre del famoso Domenico, o Arcangelo Corelli, de cuya muerte se conmemora el tercer centenario en 2013.

El IX duque de Medinaceli protagonizó un brillante mecenazgo artístico y musical y su estancia en Italia fue determinante en la recepción de los modelos que contribuyeron a modernizar o a «europeizar» la música española a comienzos del siglo XVIII. Sin embargo, Domínguez dice que «el libro no es una biografía convencional sino una interpretación del sentido que la música tuvo como herramienta propagandística en manos de Medinaceli, a través de contextos cambiantes, caracterizados por gustos y usos musicales diversos».

Toledo es, junto a Roma, Nápoles y Madrid, la cuarta ciudad más importante del libro. El duque no llegó a vivir en la ciudad imperial, pero es aquí donde se guarda hoy su memoria. El Hospital de Tavera acoge el archivo de la casa ducal, en el que se ha realizado gran parte de la investigación que sirve de base al libro. «Este lugar no es sólo importante por su arquitectura o el fascinante museo, sino también por el incalculable valor histórico de los documentos que alberga», afirma Domínguez.

En el archivo de la casa ducal del Hospital de Tavera se conserva el vasto epistolario de Med inaceli, formado durante décadas de correspondencia con diplomáticos y nobles de toda Europa. A pesar de que no contiene partituras, el archivo de Medinaceli guarda cientos de noticias sobre músicos, sobre envíos de composiciones y libretos de ópera, recomendaciones de cantantes e instrumentistas u opiniones sobre los eventos musicales. «Una riquísima documentación que permite comprender mejor las formas de hacer y de escuchar música en la Italia del Barroco», reconoce Domínguez.

Entre esta documentación, destaca una carta fechada el 12 de junio de 1698 y recibida por Medinaceli, en Nápoles por aquel entonces, enviada por Spinola, un «ojeador», como el mismo Domínguez lo llama —haciendo un paralelismo con el mundo del fútbol—, que trabajaba en Milán y que viajó a la corte española en ese año. Los reyes habían pasado la primavera en Toledo. La misiva dice lo siguiente: «El rey me preguntó con grande ansia si había oído cantar a Mateuchi, cuándo vendría y si era impertinente o no, y como si en el mundo no hubiese ejército, ni estado de Milán, no se acordó de tal cosa, pero esto no lo admiro a vista de que a todos sus ministros, o a los más, les ha sucedido lo propio. En Toledo no se ha despachado nada de sustancia habiéndose aplicado Su Majestad a lo más importante que es el reparo de su salud».

La carta original se encuentra en Tavera. Mateuchi o Mattuccio, el cantante más famoso del momento, era de Nápoles y Carlos II había ordenado a Medinaceli, en 1697, que se lo enviase a Madrid para tenerle a su servicio. La llegada de este cantante —que también era un «castrato»—, en 1698, es la misma historia de Farinelli, pero 40 años antes. «Matteuccio sería el equivalente musical del pintor Luca Giordano, que también es llamado por Carlos II para renovar la pintura huérfana tras la muerte de Velázquez», explica Domínguez, que cuenta que Medinaceli tuvo también entre su colección de pintura «Las Hilanderas».

El cardenal Portocarrero y la reina Mariana de Neoburgo

Otra parte importante de las cartas conservadas en Toledo son las que intercambió con el cardenal Francesco de Medici. En esta documentación queda claro cómo Medinaceli, cuando ya estaba en Madrid, en torno a 1703, pidió y recibió partituras de óperas de Alessandro Scarlatti enviadas desde Florencia —además de vino toscano—, relata el autor. A éste también le impactó una frase entre la correspondencia del propio duque que, a su juicio, lo retrata muy bien y es muy actual: «A España la arruina siempre el no pensar en mañana», en una carta escrita al cardenal Giudice desde Nápoles el 8 de enero de 1697 y que también está en Tavera.

En el libro hay además dos personajes estrechamente vinculados con la ciudad imperial y unidos a Medinaceli por su gusto hacia la música italiana: el cardenal Portocarrero y la reina Mariana de Neoburgo. El cardenal había vivido también en Italia donde, según Domínguez, pudo haber conocido a Corelli. Portocarrero fue el artífice de la visita de los reyes al corpus toledano de 1698. Fue entonces cuando Carlos II preguntó a Spinola por el napolitano Matteuccio.

« Es tentador pensar que la escena tuvo lugar en la sacristía de la catedral , con el fresco de Luca Giordano recién pintado como telón de fondo: los numerosos ángeles músicos que lo pueblan quizá incrementaron las ansias del monarca», dice el musicólogo. Por otra parte, lo primero que hizo Medinaceli nada más volver de su larga estancia italiana fue visitar a Mariana de Neoburgo, recluida por motivos políticos en el Alcázar de Toledo. El libro contextualiza estos episodios y los interpreta en el marco de la cultura musical de la época.

Roma, Nápoles, Madrid es fruto de las tres pasiones de su autor: la música, la investigación e Italia. Domínguez inició sus primeros estudios musicales en el Conservatorio de Toledo. No se olvida de su paso por la Facultad de Humanidades de esta ciudad, donde comenzó su interés por el siglo XVII gracias a la influencia de profesores como Palma Martínez Burgos, Fernando Martínez Gil o Alfredo Rodríguez. Tras doctorarse por la Universidad Complutense, fue becario de la Real Academia de España en Roma. De ese periodo destaca su trabajo en el Archivo Secreto Vaticano, que no es tan secreto como lo pinta Dan Brown y de hecho es más sencillo entrar allí que en algunas bibliotecas españolas, según cuenta. Para su investigación realizó también estancias en Nápoles, de donde recuerda con cariño sus paseos por el barrio de Gnido, que le traía a la memoria a Garcilaso de la Vega y a la profesora María del Carmen Vaquero. En la actualidad, Domínguez es investigador del programa «Juan de la Cierva» en la Universidad de la Rioja.

El Duque de Medinaceli, la música y Toledo

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios