artes&letras de castilla-la mancha
Recordando al «Toledo olvidado»
por hilario barrero
Toledo olvidado: documento gráfico de la vida de un pueblo, un detallado muestrario de rostros y de cuerpos, la abrumadora presencia de la guerra civil, un laberinto donde el siglo XIX se pierde en las tinieblas del XX, una enumeración amorosa de luces y sombras, ... de muertes y vidas, un abecedario de calles y de plazas.. El libro es también un estudio social, político, religioso y literario, un instrumento visual de la decadencia, destrucción y ascensión de una ciudad que otro tiempo fuera imperial. Toledo olvidado nos recuerda que pasan modos y modas, que la luz cegadora de la vida destruye la curvatura de la sombrilla de seda de la misma manera que devastó la esbeltez de la joven que, en portada, se resguardaba mirando la Vega. Una de las virtudes más sobresaliente de este libro (que podría pasar desapercibida) es el ser un índice glorioso de famosos fotógrafos extranjeros que vinieron a Toledo y nos dejaron su «mirada», tan diversa y tan reveladora de la mirada de los fotógrafos locales o nacionales. Esto es impagable y sería tema de un ensayo largo y significativo. Algunas imágenes del libro nos enseñan, por ejemplo, que la soga de la juventud fue aflojando el poder de los trabajadores que levantaban aquellos toldos. Esos toldos remendados, oliendo a humedad, a sótano, están ahí, siguen parando la lluvia, el sol, siguen siendo palio proletario y humilde.Toledo olvidado, un trabajo como solo podía hacer Eduardo Sánchez Butragueño, que tuvo como primer juguete a Toledo, es un regalo para los hijos del autor y para todos los que ahora son jóvenes, para que no olviden cómo era Toledo cuando ya no era imperial, sino tan solo peñascosa pesadumbre. Un libro que, sin lujos ni pirotecnia ni encuadres novedosos, nos enseña la ciudad de siempre: a veces desdentada, sucia, pueblerina; siempre gloriosa, eterna e inmortal. Un testamento de imágenes y texto precioso y preciso que tiene que respirar y dar vida en los hogares y en los corazones de los que amamos a Toledo con fiereza, aunque en ocasiones no nos guste el color de las aguas y tengamos miedo de que un viento central arrase a la ciudad.
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