Veinte años de cárcel por ensañarse con una conocida a la que asestó 88 puñaladas

Ahora, tras un juicio con jurado popular, la Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a 20 años de cárcel por un delito de asesinato agravado al autor de los hechos, Jaime. M. G. , acusado de asestar hasta 88 puñaladas a la joven.

Le imputan además de alevosía por desvalimiento , ya que la víctima padecía una extraña enfermedad en la piel que le provocaba ampollas en mano, pies y esófago que la impedían comer, beber, gritar, correr o palmear. A ello, agregan sadismo , ya que muchas de las puñaladas se las inflingió el homicida con el fin de causarle dolor.

El procesado tendrá que indemnizar con 200.000 euros los padres de la víctima por los perjuicios morales ocasionados por el fallecimiento.

La víctima y su verdugo, según el tribunal del jurado, eran simples conocidos que se encontraron sobre las 3.30 de esa fatídica madrugada en la calle de Donoso Cortés y él decidió acompañarla y subir al domicilio de la mujer.

Por causas que no constan, una vez en el piso Jaime «cogió de uno de los cajones de la cocina, al menos un cuchillo, y asestó a María Consolación, conscientemente, 88 puñaladas por todo el cuerpo».

Grabado por cámaras

A las 5.23 salió de la casa con un hatillo con objetos, saltó la valla de acceso a la finca y los arrojó a un contenedor en la calle de Cea Bermúdez. En él depositó tres cuchillos , uno de ellos, tipo machete, una colcha ensangrentada, un barreño, ropas de la víctima, facturas y colillas.

Fue grabado por las cámaras de seguridad del recinto del Parque Móvil , en donde residía la fallecida, y, además, fue reconocido por el portero que le vio al llegar, dos de las principales pruebas de cargo en su contra, junto a los restos de sangre de la víctima hallados en los cuchillos.

El procesado declaró que había estado consumiento cocaína y cervezas desde las 22 horas hasta las 2.30 y que la mujer estaba bebida.

El agresor, que padecía un trastorno de ansiedad y un episodio depresivo de mala evolución derivado de la ingesta de alcohol, cocaína y de la medicación, «se encontraba en el momento de los hechos en un estado de perturbación que disminuía levemente su capacidad de conocer, comprender y actuar adecuadamente... pero no las tenía anuladas».