Una can­ci­ller en el Ca­mino de San­tia­go

La llegada de la canciller a la ciudad del Apóstol estuvo marcada por las importantes medidas de seguridad que se desplegaron en la zona. En total, el número de agentes movilizados entre policías, guardias civiles y escoltas rozó el medio millar. Una cifra a la que hay que sumar el centenar de guardaespaldas del servicio privado de la política alemana que se desplazaron a la Comunidad gallega para evitar incidentes y que trabajaron mano a mano con las fuerzas de seguridad del Estado españolas. Efectivos de paisano ubicados en los puntos calientes de la ciudad y agentes apostados en los tejados del casco histórico compostelano completaron un plantel de seguridad que, según las fuentes consultadas, superó al movilizado durante la reciente visita a Santiago del primer ministro japonés, Shinzo Abe.

Apenas dos horas después de su aterrizaje en la capital gallega —y cumplida su deuda con el Camino— la canciller y el mandatario gallego se desplazaron hasta el céntrico Hostal de los Reyes Católicos, sede de su alojamiento en la ciudad. En él repusieron fuerzas antes de trasladarse a un restaurante cercano donde Merkel y Rajoy eligieron cenar solos, sin la compañía de ningún otro político. Aunque no trascendió el menú que los dirigentes degustaron, sí se sabe que la alemana se decantó por el pescado gallego. Según confirmó a ABC el encargado de «El Pasaje», la carta de platos que pusieron a su disposición es la misma que mantienen durante todo el año, por lo que confió «en el conocimiento que el presidente del Gobierno tiene de la gastronomía gallega y de sus productos estrella» a la hora de realizar su elección y aconsejar a la germana. En cuanto al hermetismo que rodea a esta visita bilateral y a las estrictas medidas de seguridad, desde este famoso restaurante afirmaron que «no ha habido ningún tipo de censura ni de problema a la hora de organizar la reserva». «Solo enviaron a una persona antes de la llegada de Merkel y Rajoy para confirmar que todo estaba en orden», insistieron. Tanto es así que el histórico local —famoso por sus carnes rojas y sus mariscos— no cerró anoche las puertas al público, que pudo compartir espacio con los presidentes.

También pudieron estar muy cerca de los dos mandatarios los centenares de personas que los esperaron a su salida a la Plaza del Obradoiro. En medio de la expectación que generó esta visita en una ciudad tomada por los turistas, no faltó quien aprovechó el breve paseo que Merkel y Rajoy dieron por la zona vieja compostelana para saltarse el cordón de seguridad y estrecharles la mano. Otros, cámara en mano, optaron por retratarse con ellos de camino al restaurante donde cenaron y «colgar la foto en Twitter».

Y es que al carro de las redes sociales se subió hasta el propio presidente, que no dudó en «tuitear» el recibimiento a su homóloga alemana a pie de pista. «A primera hora de la tarde, recibiendo a la canciller alemana, Angela Merkel, en Santiago de Compostela», rezaba el tuit de Rajoy.