punto de fuga
¿Hay que bajar los sueldos?
Sería inútil que se redujesen los salarios si los precios no los siguieran por el mismo camino. Porque no son los salarios sino los precios quienes determinan la competitividad internacional de una economía
Es sabido que la memoria de los mercados financieros internacionales resulta más o menos similar a la de un gato. De ahí su insólita capacidad para repetir los mismos errores catastróficos cada diez o quince años. Por su parte, la de los tecnócratas que rigen ... la economía mundial no va mucho más allá que la de los peces del mar, que como es fama no excede de los tres segundos ni en el mejor de los casos. Así las cosas, nadie debería llamarse a asombro ante la propuesta del FMI para que los salarios de los españoles sufran una mutilación del diez por ciento. Sugerencia de lo más tibio y moderado si se compara con la similar del muy laureado progresista Paul Krugman. Recuérdese que el economista de cabecera del PSOE postula con entusiasmo un tajo mucho mayor para nuestras nóminas, en concreto del veinte por ciento.
La idea, por lo demás, se antoja sencilla. Una reducción de los salarios, sostienen uno y otros, se traduciría en el súbito aumento de la competitividad exterior de las empresas españolas. Razonamiento que suena bien en su pedestre simpleza, aunque que no por ello tendría que resultar acertado. Y de hecho no lo es. Decía el difunto Fernández Ordóñez que en España siempre hay que recordar lo obvio. Y lo obvio es que sería inútil que se redujesen los salarios si los precios no los siguieran por el mismo camino. Porque no son los salarios sino los precios quienes determinan la competitividad internacional de una economía. Mas apelemos a una memoria de escala humana, ésa que desconocen tanto Krugman como Oli Rehn y la señora Christine Lagarde. Pues resulta que los costes laborales unitarios en términos reales (descontado la inflación) ya bajaron en España antes de la Gran Recesión de 2007. Y el resultado fue que los precios… siguieron subiendo. No hace falta ser un gran experto, cualquiera lo puede comprobar. Cualquiera, incluso los sabios amnésicos del FMI.
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