economía
Las balanzas fiscales vuelven a jugar contra la región cinco años después
Las balanzas fiscales vuelven a jugar contra la región cinco años después
j.m.ayala
Un lustro después, la historia se repite para disgusto de la Comunidad y sus dirigentes políticos, especialmente los que rigen los destinos de Castilla y León al frente la Junta pero también los de la oposición. Pese a algunas diferencias formales, el «consenso» es ... total para tratar de evitar a toda costa que las balanzas fiscales que el Gobierno del Partido Popular prevé publicar en Madrid sean tenidas en cuenta a la hora de revisar el modelo de financiación autonómica durante el próximo año.
La preocupación es clara es una región en la que se rechazan de plano unos cálculos que, en teoría, definen el saldo territorial, es decir la diferencia entre lo que aporta y recibe cada autonomía al Estado. En esta línea, los criterios tenidos en cuenta en años anteriores sitúan a Castilla y León entre las regiones «receptoras» de solidaridad del resto del país, pero la queja repetida estos días tanto por el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera , como por la consejera de Hacienda, Pilar del Olmo , se refieren tanto a las «trampas metodológicas» para realizar estos informes como a la reclamación de que también se informe de otro tipo de balanzas, como la comercial o de la contribuciones y percepciones del sistema de pensiones y de desempleo en las que la Comunidad sería una de las aportadores y otra regiones en teoría más ricas no lo serían tanto. Junto a este aspectos formales, desde Castilla y León se defiende por encima de todo el principio de solidaridad y se preguntan, por ejemplo, «si un ciudadano que paga más impuestos debe tener mejor sanidad que quien tributa menos», un aspecto éste que es el que parecen sostener las comunidades que más fondos «trasladan» al Estado vía impuestos, incluidas Cataluña , a la que también apuntan ahora y entonces en sus criticas desde la Junta.
Estas cuestiones ya se plantearon mucho antes en Castilla y León y ya supusieron una «complicación», la misma que augura Herrera para los próximos meses si no se deja meridianamente claro que las balanzas no tendrán nada que ver en el modelo. Fue en 2005 cuando la región, a través del grupo de trabajo creado en las Cortes, presentaba una postura de Comunidad en la que se rechazaba la vía de las balanzas como clave para un modelo al «crear sentimientos de agravio» entre los territorios, como aseguraba por aquel entonces Del Olmo. Pocos meses antes de que finalmente en 2009 se aprobara el sistema -con la abstención de Castilla y León- fue cuando el tono del debate se elevó y las quejas de la Comunidad se hicieron más patentes con unas declaraciones muy similares a las escuchadas esta semana, aunque con el añadido de que entonces era el PSOE quien gobernaba en España y ahora lo hace el PP. Herrera expresaba su su «indignación» por plantear la publicación de las balanzas fiscales antes de que se conocieran las líneas maestras del nuevo modelo como también va a suceder ahora. Como señaló hace unos días, el presidente apuntó en su momento que era necesario dar a conocer otros datos, entre los que citó los flujos comerciales y las energéticos, al tiempo que calificaba de «nefasto» al ex ministro de Economía, Pedro Solbes, sin olvidar -como también ocurre en la actualidad- al PP al asegurar que «no» iba «a dejar pasar una ni en el seno de mi partido». La publicación de aquellas balanzas el 15 de julio de 2008 llevó a Herrera a señalar desde Sao Paulo (Brasil) que se trataba de una «desgraciadísima sumisión del Gobierno del PSOE especialmente al -entonces- tripartito catalán» para defender, al igual que en el episodio que se repite estos días, que «un ciudadano con un mismo nivel de renta tributa exactamente igual en cualquier territorio»
«Ceder al nacionalismo»
Con la misma contundencia se expresaba en el verano de 2008 Pilar del Olmo. El mismo día que se publicaron las balanzas, la consejera de Hacienda insistía en que «lo único que se ha hecho es ceder al nacionalismo catalán » y aseguraba que no «merecía echar cuentas con España ahora, a no ser que se pretenda implantar un nuevo modelo de Estado distinto al que se pacto en la Constitución de 1978». Cinco años después el debate -y el temor- de la región se repite, aunque con un gobierno de distinto signo.
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