ENTREVISTA / Juan Fernando López Aguilar
«Nuestra política no puede ser cómplice del ombliguismo localista y clientelista de CC»
El ex secretario general del PSC-PSOE y hoy líder de los socialistas españoles en Bruselas pide «otra Europa», pero también otra Canarias
M. Á. MONTERO
El grancanario Juan Fernando López Aguilar fue y es en la cúpula del PSOE. Fue ministro de Justicia de 2004 a 2007, en aquel primer gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero . Es presidente, desde 2009, de la delegación socialista española en la ... Eurocámara. Y entre ambos cargos tuvo tiempo para obtener un histórico resultado en los comicios autonómicos de mayo de 2007. Tan es así, que solo el anquilosado sistema electoral canario le impidió llevar las riendas del Archipiélago, en beneficio de un Paulino Rivero a quien dirigió durante aquella su primera sesión de investidura uno de los discursos más crudos, reveladores y elocuentes de cuantos se han pronunciado en el Parlamento regional en los últimos años.
-Fue usted el último «revolucionario», quizá el único, de la política canaria. Lo dicen las cifras. Claro que, en las Islas, las urnas no bastan para cambiar las cosas, cuando menos no profundamente. Por cierto, la reforma electoral ahí sigue, aparcada.
-He sostenido con convicción que, en Canarias, respetar a la ciudadanía y la legalidad es en sí revolucionario. He sostenido con convicción que, existiendo muchas definiciones de democracia, la más certera es la que nos enseña que un sistema político en el que no te puedes deshacer con el voto del gobierno que no te gusta no merece ser llamado democrático, y esto está seriamente cuestionado en las Islas. Por tanto claro que sí: en Canarias, las reformas institucionales continúan pendientes, y las reformas democráticas son más imperiosas que nunca.
-Pues ya han surgido voces, tanto en Coalición Canaria como en el Partido Socialista Canario, las dos fuerzas políticas que integran el Ejecutivo, que cuestionan la urgencia de la reforma del sistema electoral.
-Es imposible recuperar la energía y el compromiso colectivo para salir de esta si no afrontamos la severísima fatiga de materiales de la Constitución española, de la democracia representativa y de las instituciones, incluyendo las instituciones autonómicas y locales. No solamente no es impertinente, sino que es crucial. El bloqueo del sistema político canario y el hecho de que tantas personas se hayan aburrido o resignado a que tengamos gobiernos presididos por quien no gana las elecciones, y ya van dos legislaturas, producen una desmoralización creciente, y eso tiene consecuencias sociales y económicas devastadoras, porque lastra la confianza en las instituciones. Las reformas democráticas tienen sentido social y sentido económico. La seguridad jurídica, respetar la ley, el cumplimiento de las normas, la transparencia de los procedimientos administrativos... repercuten de manera decisiva en la actividad productiva, en el crecimiento y en la generación de empleo. Más democracia y más igualdad es también apostar por un crecimiento económico no solo más seguro y confiable, sino socialmente más justo.
-«Más democracia y más igualdad». Este fue uno de los pilares de aquel discurso con el que se granjeó las simpatías (y los votos) de la mayoría de los electores. Trató de sacudir las alfombras para que quedasen al descubierto ideas extemporáneas entre las cuales estaba y está, estaba y está en Coalición Canaria, esa que culpa del paro a los inmigrantes. Recientemente, sus compañeros secundaron una propuesta de los nacionalistas que pretende restringir los permisos de residencia y trabajo de que disfrutan los extranjeros no comunitarios. ¿No es esto traicionarse?
-No he leído esa proposición no de ley en sus detalles, pero estoy convencido de que mis compañeros están preocupados esencialmente por la promoción del empleo en Canarias, una comunidad castigada por el flagelo del paro como quizá ninguna otra de la Unión Europea, y, al mismo tiempo, por demandar del Gobierno de España reparación por haber desarbolado las políticas de empleo, que habían sido regularmente sostenidas por los presupuestos del Estado y reforzadas por los gobiernos socialistas. Estoy seguro de que esa ha sido la intención; en ningún caso un mensaje de complicidad con respecto a la demagogia ramplona que pretende que la causa del paro en Canarias sea que los empleos se los llevan los inmigrantes. No solamente porque no es verdad, sino porque argüir así es una forma de complicidad con las oportunidades perdidas, los beneficios fiscales y la enormidad de incentivos económicos de la actividad productiva que nunca han redundado en la efectiva generación de empleo.
-Paulino Rivero habla de las responsabilidades de «Madrid», que las tendrá, pero Coalición lleva veinte años gobernando.
-Yo apoyo el compromiso de mis compañeros socialistas por marcar la diferencia en políticas sociales, y en momentos de extremada dificultad, respecto de veinte años de hegemonía de Coalición Canaria con el Partido Popular, pero en ningún caso condono la responsabilidad ni del PP ni de Coalición Canaria en haber perdido todas las oportunidades en tiempos de bonanza de salir del agujero de desigualdad, de exclusión social y de abandono de cientos de miles de personas en la pobreza. Esto lleva su firma indeleble, la de Coalición Canaria y la del PP, e incluye, sin duda, la responsabilidad de quien en estos momentos preside el Gobierno de Canarias sin haber ganado nunca las elecciones. Creo que la diferencia que mis compañeros están imprimiendo a la acción de gobierno se pone de manifiesto especialmente en el área de Educación, donde se están dejando la piel, con el consejero y vicepresidente a la cabeza [ José Miguel Pérez ], para preservar la igualdad de oportunidades.
-Se discute sobre la pertinencia o no de gastar fondos públicos en determinados servicios. En el caso del Archipiélago, la discusión (casi ya controversia) gira alrededor del gasto de millones de euros en una televisión, cuando el momento es tan delicado.
-Nunca he entrado en estos debates con brocha gorda. El acompañamiento ideológico de la hegemonía conservadora en el manejo de la crisis ha consistido en una deslegitimación indiscriminada de lo público, cuyo objetivo es hacer a la política y a las instituciones no solamente impotentes para embridar los abusos de las oligarquías financieras que nos han llevado a este desastre, sino hacerlas irrelevantes. Dicho esto, por supuesto que hay que practicar una austeridad bien entendida. La Televisión Canaria , todo el mundo lo sabe, no cumple la función social que pretexta, pero abunda en el propagandismo más servil y más abyecto respecto de quienes nombran a sus principales directivos, cuyas retribuciones, por cierto, en ningún caso se justifican con los servicios que prestan a la sociedad, sino con los que prestan a quienes los nombraron. Por eso apoyo a mis compañeros cuando proponen parlamentalizar el nombramiento del director del ente.
-Un pacto del PSOE con el Partido Popular habría acabado con la coalición. Eso afirman quienes creen que se perdió la oportunidad de desbancar a los nacionalistas y de regresarlos al insularismo de las AIC. ¿Les han dado aire? Por otro lado, y por tanto, ¿ha sido el peor momento, también político, para alcanzar el gobierno?
-Mi respuesta es no. El PSOE tiene la obligación de reafirmar su identidad contra las injusticias en la sociedad canaria, económicas y fiscales muy graves, que redundan en desigualdades que no son propias de una sociedad desarrollada; tiene la obligación de reafirmar su identidad progresista y reformista, pero al mismo tiempo federalista, europeísta y no nacionalista, y nuestra forma de hacer política, por tanto, en ningún caso puede ser cómplice del ombliguismo localista y clientelista que caracteriza el modo de hacer política de Coalición Canaria. Ahora, las elecciones de 2011 arrojaron un paisaje parlamentario que conducía a hipótesis entre las cuales, de lejos, insisto, de lejos, la menos mala es la que permite a los socialistas marcar la diferencia en áreas sociales más amenazadas que nunca por la abrumadora mayoría absoluta que está perpetrando una agresión sin precedentes al Estado social desde el Gobierno de la Nación.
-Viajemos a Bruselas. Acaba usted de publicar «La UE: suicidio o rescate». Le he escuchado asegurar que «vivimos la peor crisis de Europa», y Europa de crisis siempre ha sabido, y mucho.
-La Unión Europea [UE] identificada con la troika y los hombres de negro sin ninguna legitimación democrática no son la Unión Europea que encandiló a mi generación. La solución no es «no a Europa», sino «sí a otra Europa». Soy altereuropeísta y quiero reeuropeizar Europa. Nunca habíamos visto una crisis como esta, que no es consecuencia de ningún accidente ni de ningún error de cálculo bienintencionado, sino de una política miserablemente antisocial. Esta política debe no solamente ser protestada, sino combatida por otra política que prime el crecimiento y la creación de empleo y que atienda las esperanzas de una generación joven desenchufada como nunca antes del ideal europeo, para restablecer así la confianza.
-¿Cree que aún hay esperanzas de hacer realidad aquel ideal primigenio?
-No me resigno a las profecías que dicen que la Unión Europea que una vez soñamos no tiene ninguna oportunidad de sobrevivir a 2014 ni a quienes piensan que el próximo Parlamento Europeo será una olla de grillos de formaciones populistas, nacionalistas, de ultraderecha y eurófobas . Invito a los jóvenes, a los desencantados y a los que protestan contra esta decadencia del ideal europeo a que se movilicen, no solo en la red, no solo en la calle, sino también a través del voto. Este es un mensaje especialmente dirigido a los jóvenes, y hago mía una frase de Jacques Attali : «La gente joven, ante este estado de cosas, solo tiene tres opciones: una, emigrar; una segunda, resignarse; y una tercera, convertirse en sujetos de una revolución». Esta última es la que prefiero.
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