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EL CONTRAPUNTO

Pedro Sánchez, de rebajas éticas

En su afán por sentarse a comer, el líder socialista va a tragarse algunos sapos sumamente venenosos

Isabel San Sebastián

En su exacerbado apetito de poder, seguramente motivado por una dieta tan prolongada como severa, Pedro Sánchez está dispuesto a compartir mesa con cualquiera que le ceda un bocado, por putrefacto que resulte ser el menú. Los alimentos en mal estado acaban pasando factura a ... la salud de quien los consume, aunque el líder socialista debe de estar pensando aquello de «más cornás da el hambre» para justificar su ansiedad. Y en su afán por sentarse a comer se va a tragar algunos sapos sumamente venenosos, cuya ponzoña terminará liquidando a la organización que preside. Él es consciente de ese riesgo, conoce bien la calaña de la gente con la que se asocia, porque antes de las elecciones no perdió oportunidad de señalar su catadura. Ahora donde dijo «digo» dice «Diego» al compartir reservado con el jefe de la izquierda populista, mientras se abraza al oso que está deseando asfixiarle. Una jugada suicida desde el punto de vista político, que retrata elocuentemente su sentido de la decencia.

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