COSAS MÍAS
Los rojos contra Gucci
El escándalo de los rojos contra Gucci también da una idea de las claves ideológicas en las que se mueve este tipo de izquierda
El escándalo de los rojos contra Gucci también da una idea de las claves ideológicas en las que se mueve este tipo de izquierda
LOS rojos, es decir, el sector más cerril de la izquierda, me han montado un escándalo en Twitter. ¿Por alguna opinión ... política? ¿Por el apoyo a alguna iniciativa política o social? No, nada de eso. Lo rojos en cuestión se han escandalizado porque he hablado de un bolso Gucci en un artículo publicado en Mujer Hoy, la revista de moda de este periódico. Que es algo así como que los rojos le monten un escándalo a un columnista político por hablar de su visita al restaurante Arzak en una revista de gastronomía, o a otro por contar un viaje a California en una revista de viajes, o a otro por relatar su desplazamiento a Estambul para ver al Madrid contra el Galatasaray en una revista de deportes.
Cosa que los rojos no hacen, sobre todo si los columnistas en cuestión, los que van al Arzak, a California, o a Estambul a ver un partido son de izquierdas. Y porque el gasto en restaurantes caros, viajes y fútbol les parece muy bien, aunque doble o triplique el coste de mi bolso Gucci, y es que, en los códigos de la izquierda cerril, Gucci es un símbolo del capitalismo opresor de la derecha, mientras que la gastronomía, los viajes o el fútbol forman parte del capitalismo opresor que ellos mismos practican. Lo que da una idea, sobre todo, de un problema del que ya hemos hablado algunos en estas páginas. De la lamentable degeneración de Twitter y de su dominio por parte de la izquierda radical y del populismo. Degradación intelectual que lo hace crecientemente inservible para el periodismo y degradación ideológica que lo aleja de los espacios de debate ideológicos atractivos para el conjunto de los ciudadanos.
Pero el escándalo de los rojos contra Gucci también da una idea de las claves ideológicas en las que se mueve este tipo de izquierda. Sobre todo, la uniformizadora e intolerante, con esos tics de antiguos totalitarismos comunistas que no pueden superar. Y que me hacen pensar en uno de los factores que me alejaron de la izquierda de mis orígenes, aquella intolerancia de algunos de sus sectores, el feminista, por ejemplo, contra las mujeres interesadas por la estética y la moda. Y que aún pervive en el sector cerril, como demuestra la guerra de los bolsos que protagonizó en 2007 una ministra del anterior Gobierno laborista británico contra una compañera. La tal ministra, Harriet Harman, recriminó en el Parlamento a Hazel Blears, presidenta del partido, el uso de un bolso «demasiado caro». Blears, demostrando que hay también una izquierda que cree en la libertad, le replicó: «No concierne al Estado o a un partido el decirnos cómo podemos gastarnos el dinero que hemos ganado con el sudor de nuestra frente».
El problema es que la otra izquierda, la de Harman, es muy fuerte. Harman es la misma ministra que elaboró en 2009 una lista de las 16 mujeres británicas más influyentes del siglo XX… y ¡excluyó a Margaret Thatcher! Así se las gastan los rojos que se movilizan contra los bolsos Gucci.
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