La UE sanciona a Irán por las protestas pero aún no por los drones

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Mikel Ayestaran

En las calles de Teherán o en el exilio, son ellas quienes desafían al régimen

El debate sobre Irán le ha estallado a la UE en el momento en el que acariciaba la posibilidad de recuperar el acuerdo nuclear del que se retiró Estados Unidos en tiempos del presidente Donald Trump, lo que habría permitido recuperar el comercio con este país, incluyendo la compra de hidrocarburos, vitales en estos momentos. Sin embargo, ni la posición del régimen de Teherán en la guerra de Ucrania ni, sobre todo, la sangrienta represión de las protestas que iniciaron las mujeres, permitirían en ningún caso una actitud complaciente por parte europea. Antes de que estallasen las protestas Bruselas mantenía aún la esperanza de lograr reactivar el acuerdo, pero después de la ampliación de las sanciones, ya parece una opción muy lejana, incluso si el régimen de los ayatolás quisiera dar su brazo a torcer.

La lista de los nuevos sancionados incluye a los que se considera responsables principales de la muerte de Mahsa Amini entre los que están dos de las figuras clave de la Policía de la Moral, Mohammad Rostami y Hajahmad Mirzaei. También se mencionan varios de los jefes policiales locales y en el Gobierno mismo se señala a Issa Zarepour, el ministro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, que habría sido responsable de cerrar el funcionamiento de internet en todo el país.

Sin embargo, respecto a la participación en la invasión de Ucrania, los ministros decidieron que preferían seguir reuniendo pruebas sobre el uso por parte de Rusia de drones de fabricación iraní, dado que el régimen de Teherán niega oficialmente que esté vendiendo ese material a los rusos, aunque según el Alto Representante Josep Borrell «estamos siguiendo muy de cerca este uso de drones. Estamos reuniendo pruebas y estaremos preparados para reaccionar con las herramientas de que disponemos». Borrell se vio ayer envuelto en una enésima polémica por haber dicho que mientras la UE sigue siendo «un jardín», el resto del mundo «es la selva», lo que desde distintos foros ha sido considerado como una declaración «colonialista».