Moscú ataca los puertos fluviales del Danubio para bloquear la salida del grano

Al parecer, un total de 15 drones, tres de los cuales lograron ser derribados, participaron en el ataque contra los almacenes del Danubio, en el que al menos siete personas resultaron heridas.

«Los terroristas rusos atacaron nuevamente la región de Odesa durante la noche. La infraestructura portuaria en el río Danubio es el objetivo esta vez», lamentó a través de Telegram el gobernador de la provincia de Odesa, Oleh Kiper. «[Rusia] trata de obtener concesiones tomando como rehenes a 400 millones de personas. Insto a todas las naciones, en particular a las de África y Asia, que son las más afectadas por el aumento de los precios de los alimentos, a montar una respuesta global unida al terrorismo alimentario», reclamó, por su parte, Dimitro Kuleba, el ministro ucraniano de Exteriores.

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Según las autoridades de Kiev, el propósito del sabotaje es destruir la ruta alternativa de transporte de cereales que corre por el Danubio y atraviesa Rumanía, lo que puede tener consecuencias catastróficas para la economía mundial. Como recordaba el martes la BBC, el precio del grano se incrementó en un 8% después de que Rusia se retirara del acuerdo del mar Negro. Además, según explicaba la cadena británica, el transporte de alimentos por el Danubio, aunque logra dar salida a parte del grano acumulado en Ucrania, tampoco está libre de inconvenientes: en primer lugar, no es demasiado práctico, pues exige un gran esfuerzo logístico y resulta, por lo tanto, mucho más costoso que por mar; en segundo, la entrada masiva de grano en los países fronterizos a Ucrania hunde los precios de los productores locales, lo que convierte el tránsito en una fuente continua de tensiones e incomprensión.

Por ese motivo, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, exigió el martes a la Unión Europea (UE) que levantara la prohibición para vender grano procedente de Ucrania en los mercados de Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumanía y Eslovaquia, una medida que entró en vigor en mayo y destinada a proteger a los agricultores de esos estados miembros. Aunque algunos son grandes amigos de Kiev -sobre todo los polacos, enemigos tradicionales de Rusia y cuyo respaldo sin reservas a Kiev les ha costado recibir amenazas bastante explícitas de una posible incursión del grupo Wagner-, y a pesar de que permiten que el cereal ucraniano pase por su territorio, exigen que lo haga sin dañar sus economías.

Advirtiendo sobre la necesidad de fortalecer el transporte de grano a través del Danubio, y haciéndose eco de la tensión que ha rodeado al acuerdo desde hace meses, la Autoridad de Puertos Marítimos de Ucrania ya advirtió a finales de junio de que el país tenía que prepararse para utilizar casi exclusivamente el gran río europeo para garantizar la salida de alimentos.

Área ocupada por los rusos

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Silos de grano atacados

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«Con Rusia bloqueando efectivamente la operación del corredor de granos, debemos estar listos para recibir casi todo el volumen de exportación de la nueva cosecha a través de los puertos del Danubio», alertó por entonces Dimitro Barínov, subdirector de la mencionada Autoridad de Puertos Martímos de Ucrania. Sin embargo, no era el primero en hacerlo.

Un mes antes, en mayo, el viceministro ucraniano de Renovación e Infraestructura, Yurii Vaskov, también insistió en que había que profundizar el canal de Bistre para mejorar los transportes por el Danubio, en una nueva reforma destinada a ganar independencia de la ruta del mar Negro.

«[Esto es] un intento de aislar completamente el camino de Ucrania hacia el mar Negro y, mediante un acto de intimidación, prevenir y neutralizar los esfuerzos internacionales para reanudar el funcionamiento del 'corredor de granos'», afirmó el martes Oleksii Danilov, jefe del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania. Notablemente preocupado por las últimas noticias, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también trató de llamar al orden al Kremlin y le reclamó soluciones. «Con el final de la iniciativa del mar Negro -expresó Guterres-, los más vulnerables pagarán el precio más alto. Cuando sube el precio de los alimentos, todo el mundo paga por ello. Esto resulta especialmente devastador para los países que luchan por alimentar a su gente».

Sin embargo, Moscú no atendió las peticiones del secretario general y sostuvo que no regresaría al acuerdo hasta que sus exigencias fueran satisfechas. En concreto, las peticiones rusas tienen que ver con lograr que las exportaciones de sus productos alimentarios y sus fertilizantes se lleven a cabo a pesar de las sanciones impuestas por Occidente tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022. «Desafortunadamente -comentó el martes el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, sobre las palabras de Guterres-, en este momento es imposible volver al acuerdo porque no se está implementando y, de hecho, nunca se ha implementado».

Pero los riesgos de los bombardeos rusos contra los depósitos de grano no solo se limitan al golpe que suponen para la seguridad alimentaria, sino que van más allá y aumentan el temor a que la guerra se reproduzca por Europa.

Haciéndose eco de esa posibilidad, el presidente rumano, Klaus Ioahannis, publicó el martes mensaje en Twitter en el que expresaba su preocupación: «Condeno enérgicamente los recientes ataques rusos contra la infraestructura civil ucraniana en el Danubio, muy cerca de Rumanía. Esta reciente escalada plantea serios riesgos para la seguridad en el mar Negro. También afecta al futuro tránsito de grano desde Ucrania y, por lo tanto, a la seguridad mundial».

No es la primera vez que un país de la OTAN teme que la guerra golpee sus fronteras. El pasado noviembre, cuando los restos de un misil ucraniano cayeron en Polonia y mataron a dos personas, al principio se temió de que se tratara de un ataque ruso, antesala de un vuelco sangriendo de la guerra.