Meloni insta a cooperar con Merz «empezando por la lucha contra la inmigración irregular»

Según fuentes de Palazzo Chigi, sede de la presidencia del Gobierno, Meloni expresó al líder alemán su voluntad de trabajar inmediatamente en estrecho contacto para reforzar la seguridad, relanzar la competitividad en Europa y afrontar los desafíos comunes, empezando por la lucha contra la inmigración irregular. Para Meloni, que tampoco ha logrado una sintonía ni personal ni política con el presidente francés Emmanuel Macron, el nuevo liderazgo de Berlín representa una oportunidad para desempeñar un papel destacado en Europa junto con Merz. El canciller in pectore ya ha dicho que pretende «hablar cada vez más a menudo, y mucho más de lo que lo hemos hecho hasta ahora, con Meloni».

Además del problema de la inmigración, en la estrategia inmediata de ambos líderes está igualmente su visión común a favor del libre comercio y la preocupación por los aranceles estadounidenses, un riesgo que une a Roma y a Berlín. Un aumento de los aranceles estadounidenses a los automóviles alemanes, por ejemplo, repercutiría muy negativamente en Italia. El país transalpino juega un papel clave como proveedor de componentes para fabricantes de automóviles alemanes como Volkswagen, BMW, Mercedes-Benz, y Audi.

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Obviamente, Meloni es consciente de que la relación entre Italia y Alemania no está exenta de desafíos, porque en el futuro gobierno alemán estarán los socialistas. Pero, como política pragmática, la primera ministra italiana sabe hacer de la necesidad virtud. Y le tranquiliza el hecho de que la CDU y Hermanos de Italia coinciden en muchos puntos. Por ejemplo, están contra los excesos de algunas políticas verdes. Otro terreno común con Merz es la sintonía en la forma de relacionarse con Donald Trump. El futuro canciller alemán está lejos de ser hostil hacia el presidente estadounidense. Algunos incluso lo llaman el 'americano', al igual que a Meloni. Aunque la oposición italiana va más lejos y califica a la primera ministra como «vasalla» de Trump.

A Meloni no se lo pondrá fácil su vicepresidente Matteo Salvini, líder de la Liga. En este nuevo escenario europeo, sacudido por la guerra, y con Trump en la Casa Blanca, la política exterior definirá cada vez más la política interna de los países europeos. Para Meloni, la alianza con Merz, pragmático y atlantista como ella, le permite compensar el difícil equilibrio interno. En su Gobierno de coalición conviven tres partidos, cada uno perteneciente a una familia europea: Hermanos de Italia, fundado por Meloni, está con los Conservadores; Forza Italia entre los Populares, y la Liga con los Patriotas por Europa.

En consecuencia, las reacciones a la votación en Alemania, pero también la solidaridad hacia Kiev, se ven afectadas por la heterogeneidad de sus posiciones. Cabe destacar, sobre todo, el triunfalismo de Matteo Salvini tras los resultados de Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha y prorruso que quedó en segundo lugar. No es nuevo el entusiasmo de Salvini por Afd. Tampoco son una novedad los ataques del líder de Forza Italia, Antonio Tajani, ministro d Asuntos Exteriores: «Las posiciones de AfD no se pueden conciliar con las mías». Pero la distancia de Salvini con Tajani sobre AfD es sideral: «Nada de extremo hay en Alternativa para Alemania», dijo el líder de la Liga. Es fácil deducir que Giorgia Meloni se ve sometida a un juego de equilibrismo, no solo entre Europa y Estados Unidos, sino también dentro de su propia coalición de Gobierno.