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Al son de las gaitas
Algunos de los galardonados de este año tenían un carisma especial, como Meryl Streep, esa chica de clase media de Nueva Jersey, como se autodefinió, que bailó al son de las gaitas
Los premios Princesa de Asturias persigue distinguir a aquellos que contribuyen a mejorar este mundo para que la humanidad siga avanzando
Los premios Princesa de Asturias (antes Príncipe de Asturias) se han ido haciendo un hueco en la esfera internacional entre los miles que se ... conceden y no creo equivocarme si digo que están entre los diez primeros de la lista mundial, que encabezan los Nobel. Y hasta esa eminente posición han escalado debido a varias cualidades indispensables.
En primer lugar su dotación financiera, lo suficientemente alta como para lograr que personalidades relevantes interrumpan sus actividades para acercarse a ese rincón primoroso de nuestra geografía que es Asturias. Además, es importante que entre sus cualidades figure el que no se hayan dejado arrastrar por la política, ni los 'trendsetters', otorgando los galardones a quienes sin duda los merecen, aunque sean poco conocidos. Se trata de poner en valor una cualidad poco frecuente en nuestros días: la generosidad, el esfuerzo por hacer el mundo un poco mejor y ayudar a quienes lo necesitan.
En la edición de este año se reforzaron por varias casualidades: que la ceremonia se celebraría en vísperas de que la Princesa de Asturias alcance la mayoría de edad y jure su lealtad a la Constitución, acto que tendrá lugar en el Congreso de los Diputados en apenas nueve días. Además, algunos de los galardonados de este año tenían un carisma especial, como Meryl Streep, esa chica de clase media de Nueva Jersey, como se autodefinió, que bailó al son de las gaitas que no cesaron de sonar y puso la empatía sobre todos sus indudables atributos de un actriz.
Tras ella, todos los demás, cada uno de su raza, país, eminencia, temperamento y circunstancia, incluidos dos fallecidos desde que les concedieron el premio, por lo que tuvieron que recogerlos sus familiares. Pero sobre todos estos detalles se erige un proyecto que busca, desde la fundación de estos galardones, un auténtico progreso, que persigue distinguir a aquellos que contribuyen a dar de comer al hambriento, agua al sediento, instrucción al que no la tiene y, en fin, a mejorar este mundo a base del esfuerzo y cultura. Hombres y mujeres pacientes, ejemplares para que la humanidad siga avanzando y que tanto se echa en falta en el mundo.
Me queda poco espacio para comentar otros dos protagonistas, así que voy al grano. El Rey, más elocuente que nunca, que advirtió que nuestros problemas se han resuelto siempre con la unidad, nunca con la división, y apeló a «la responsabilidad de los políticos». La primera en atender a esas palabras fue su hija, destinada a ser su sucesora: «Puedo decirles que soy muy consciente de cuál es mi deber y de lo que implican mis responsabilidades», afirmó. Basta compararla con su hermana para entender la melancolía que envuelve cuanto dice y hace. Le hemos robado su juventud. Pero lo asume con palabras de Reina, no política.