El coste de la desunión

El problema no es solo la segunda presidencia de Donald Trump y su reinterpretación del valor de las alianzas desde su peculiar cóctel de aislacionismo, neo-imperialismo y tecno-optimismo. A los países europeos les tienta la satisfacción moral de culpar a su socio mayor y no hacer los deberes, por mucho que el continente esté sobre-diagnosticado y sea el momento de actuar con urgencia en economía y defensa. En este ámbito, la mentalidad de Trump se puede resumir en «tu pagas, yo te protejo». Por un lado reclama, como lo han hecho los presidentes estadounidenses desde Barack Obama, un mayor esfuerzo a los países europeos, algo a todas luces necesario. Pero lo hace de modo cambiante e impaciente, sin aceptar que existe un proyecto político, basado en valores comunes y materializado en una alianza entre democracias.

ElRey Felipe VI clausuraba el viernes pasado el curso en el venerable Colegio de Europa en Brujas con un discurso vibrante que desgranaba la esencia del proyecto de integración y de la relación atlántica. Apelaba a los ideales de civilización que explican y dan aliento al empeño de construir Europa y tejer alianzas con Estados Unidos. Reclamaba a los nuevos graduados su compromiso con esta tarea. No hay un camino mejor que el trazado por un rey europeísta.