Israel fija su objetivo en el sur de Gaza y la insurgencia se reactiva en el norte
Alerta ante repetición de los errores de EE.UU. en sus guerras de la región por no tener un objetivo claro
Al menos 70 muertos en bombardeos israelíes en Deir al Balá, en el centro de Gaza
Madrid
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Iniciar sesiónAunque la cifra se mantiene oculta, y algunas noticias de desmantelamiento de brigadas son deliberadamente confusas, se estima que Israel mantiene cerca de 300.000 soldados israelíes luchando en Gaza, la cifra de reservistas que llamó a filas después del salvaje ataque de Hamás ... del pasado 7 de octubre. Son ya más de cuatro meses de guerra, casa por casa, en un territorio más pequeño que el municipio de Madrid, y en el que se hacinan y se desplazan gradualmente dos millones de civiles, a medida que el Ejército israelí avanza de norte a sur con el objetivo ambicioso y ambiguo de «aniquilar el movimiento islamista de Hamás» y sus grupos armados afines.
Dos expertos militares, el general norteamericano y exdirector de la CIA David Petraeus, y el general israelí retirado Yaakov Amidror, aconsejan en sus artículos en los medios aprender de las tácticas de contrainsurgencia de EE.UU. en conflictos recientes -en particular el de Irak- y no avanzar en su ofensiva en Gaza sin «mantener y reconstruir lo ya conquistado». Además, y como aspecto capital de esa estrategia, es preciso tener una idea precisa para un plan de paz una vez que se logren los objetivos militares.
Bajo los escombros
En el caso de Gaza, las alertas suenan en todas las direcciones porque esos consejos son más fáciles de decir que de aplicar. Las técnicas de contrainsurgencia implican sumergirse en un territorio empantanado -más complejo aún por la infraestructura de túneles que durante años construyó Hamás en la Franja-, que exigiría a Israel años y no meses de guerra.
Además, esa estrategia de destrucción y retención de territorio podría facilitar la resurrección de Hamás con nuevas técnicas de insurgencia y terrorismo, no tan espectaculares como la del 7 de Octubre pero igualmente insoportables para la población civil.
En un certero análisis en 'Foreign Affairs', Colin P. Clarke señala que es muy probable que con el actual curso de acontecimientos Hamás acabe adaptándose a la situación y pase a la guerrilla. El grupo radical islamista podría utilizar el océano de escombros en que se está convirtiendo la Ciudad de Gaza para ocultar sus movimientos al emerger de los túneles, y para esconder los artefactos explosivos al paso de las patrullas israelíes.
Cuanto más dure la guerra, más posibilidades habrá de que el enemigo islamista reaparezca y ataque en la vanguardia y en la retaguardia. Hasta ahora no se ha producido, pero los ejemplos de Irak y Afganistán, con las tropas norteamericanas establecidas allí 'sine die' sin un plan claro, harán posible que pronto se repitan las escenas de terroristas suicidas cuando Hamás advierta que este partido no tiene horario. También puede darse por descontado que ese panorama infundirá ánimos a Hizbolá, el movimiento radical chií libanés, y a otros grupos de la región del llamado 'Eje de Resistencia' que sostiene Irán.
Ultimatum, 10 de marzo
¿Cuánto puede prolongarse aún el conflicto actual en Gaza? Nadie lo sabe. Netanyahu acaba de declarar que Israel cuenta «con un mes» para alcanzar su nuevo «objetivo militar» de controlar el distrito de Rafah, donde se encuentra el paso con Egipto... Y donde se amontonan también millón y medio de refugiados palestinos.
El ataque, dijo ayer el miembro del Gabinete de Guerra Benny Gantz, ex ministro de Defensa, será el 10 de marzo, a menos que antes el grupo radical palestino no haya liberado a todos los rehenes israelíes que aún mantiene en su poder.
Al comienzo del ramadán
La presunta fecha de la ofensiva contra Rafah, que podría sorprender a algunos porque el primer ministro Netanyahu lleva tiempo afirmando que el ataque es «inminente e inevitable», tiene para las autoridades israelíes su razón de ser. Da a los islamistas de Hamás más tiempo para entregar a sus rehenes (unos 130 quedarían con vida de los 250 que capturó). Y fija una fecha emblemática en el calendario religioso de los musulmanes: el comienzo del ramadán, el tiempo de ayuno que en el islam se vive de modo público y obligatorio. Hamás atacó Israel en una fiesta religiosa judía; y lo que Israel pretende que sea el comienzo del final del movimiento islamista tendría lugar en una fiesta religiosa musulmana.
Pero, más allá de esos objetivos militares en el sur, el futuro es incierto. Israel puede encontrarse en la situación de EE.UU. en Afganistán. Invadió el país para derrotar a Al Qaida. Luego se quedó para «construir una democracia». Y al final no logró ni lo uno ni lo otro.
La ocupación militar de los 365 kilómetros cuadrados de Gaza y los planes de contrainsurgencia ante la eventualidad muy plausible de que Hamás contraataque pronto ocupan todas las mentes del Ejército y del Gobierno de Israel. No se mira más allá. Netanyahu ha descartado una tregua, o la posibilidad de liberar a miles de presos palestinos a cambio de los rehenes israelíes.
El lema constante de 'Bibi' es «destruir, aniquilar Hamás». ¿Y después qué? Abundan en los medios de prensa los analistas que defienden la tesis de que en realidad Netanyahu aspira a que la guerra en Gaza no acabe nunca para mantenerse en el poder; y, sobre todo, para evitar la acción de la Justicia en su contra cuando lo deje.
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