La causa palestina, una excusa para la yihad global de los hutíes
Human Rights Watch denuncia su «doble moral» y el acoso cruel a la población civil de la tercera ciudad, Taiz
Yemen es el país más pobre del planeta; el 80% de sus 29 millones de habitantes necesitan ayuda humanitaria
Los motivos de EE.UU. para no atacar las bases hutíes en el Yemen
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMientras no deja de acosar con sus misiles de origen iraní al comercio internacional en el mar Rojo y el Golfo de Adén, con el pretexto de que pretende así frenar el «extermino de civiles palestinos en Gaza a manos de Israel», los rebeldes hutíes ... han sido puestos ahora en evidencia por la oenegé Human Rights Watch, que les acusa de estar haciendo algo parecido con los civiles de la tercera ciudad de Yemen, Taiz.
El informe acusa al grupo radical chií de «doble moral», porque desde 2015 lleva a cabo un asedio cruel contra esa población, que se niega a entregarse. La denuncia asegura que cuatro de las cinco cuencas hidráulicas que abastecen Taiz están bajo control de los rebeldes, que impiden el paso a los camiones con agua para abastecer a la población civil de la ciudad asediada.
El desprecio del movimiento rebelde hutí hacia las normas humanitarias de la guerra –que súbitamente recuerda cuando se trata de acusar a Israel– explica el carácter asolador que ofrece Yemen después de más de doce años de guerra civil. La ONU estima que el 80 por ciento de sus 29 millones de habitantes necesitan ayuda humanitaria, y sitúa a Yemen como el país más pobre del planeta.
Estado fallido
Aunque la historia se mezcla con la leyenda al describir el antiguo Yemen como un país de fábula –tierra natal de la reina de Saba y sus amoríos con el judío Salomón–, lo más cercano a la realidad presenta hoy un inmenso Estado fallido, que ha transitado de la permanente dependencia colonial a la guerra civil y al desafío, casi patético, a la comunidad internacional.
Antes de que comenzara la ola de ataques con drones y misiles antibarco contra buques mercantes en el mar Rojo, en noviembre del año pasado, muchos no conocían a los hutíes del Yemen. Eran, para algunos, una más de las etnias árabes sometidas –también por su pertenencia a la corriente musulmana chií, minoritaria frente a la suní– que aspiraba a una república islámica, del corte de la del Irán de Jomeini. Para otros, los hutíes son un fenómeno más de la galaxia de movimientos armados fanáticos –suníes y chiíes– que ha brotado como las setas en Oriente Próximo tras la mal llamada Primavera Árabe de 2011.
Cuando los rebeldes hutíes, que controlan la parte más poblada del territorio del Yemen, incluyendo su capital, Saná, lanzaron sus ataques contra los buques mercantes, el lema fue «golpear a Israel hasta que deje de reprimir al pueblo palestino», materializado en la retirada del Ejército hebreo de Gaza. Pero pocos, de la treintena de mercantes que han atacado en estos dos meses los hutíes, tenían bandera israelí o conexión con sus puertos.
Hoy, los líderes hutíes ya se han quitado la careta y recuerdan que el objetivo de su desafío está en el eslogan que ostentan desde 2003: «Muerte a Estados Unidos, muerte a los judíos y victoria del islam». No en vano el grupo rebelde hutí se denomina a sí mismo como el movimiento de «los partidarios de Alá».
Israel
Cisjordania
Jordania
Gaza
Siria
Irak
Kuwait
Irán
Qatar
Egipto
Arabia
Saudí
EAU
Omán
Sudán
Yemen
Eritrea
Ruta Canal de Suez
Yibuti
Somalia
Etiopía
Israel
Cisjordania
Jordania
Gaza
Siria
Irak
Kuwait
Irán
Egipto
Qatar
Arabia
Saudí
EAU
Omán
Sudán
Eritrea
Yemen
Ruta Canal de Suez
Yibuti
Etiopía
Somalia
En su acción temeraria late un fanatismo teocrático típicamente chií, que ensalza el concepto de sacrificio individual y colectivo por la comunidad de creyentes –en las antípodas del concepto de martirio del cristianismo–, y en ese sentido convierte a los hutíes en un enemigo mucho más feroz para Occidente que los yihadistas suníes, del corte de Hamás o incluso del movimiento talibán afgano.
Eso explica la actitud impertérrita del liderazgo rebelde hutí, desde que el presidente Biden autorizara los bombardeos norteamericanos de bases terrestres en Yemen, plataforma de lanzamiento de los drones y los misiles antibarco contra los buques mercantes. La respuesta ha sido, repetidamente, que esos ataques de EE.UU. no detendrán sus acciones «aunque Washington se alíe con todo el mundo». No es fanfarronería sino fanatismo y desprecio a la muerte. De hecho, no se respetan pabellones, y las amenazas de cohetes hutíes se dirigen también a embarcaciones en el Golfo de Adén.
Más de 10 años de guerra
Los rebeldes yemeníes juegan con el cálculo de que Biden no se atreverá a enviar tropas terrestres norteamericanas, para no verse implicado en otro conflicto armado en Oriente Próximo. Y se sienten envalentonados, y más que fajados en la lucha, después de diez años de guerra contra el régimen derrocado de Saná, que tiene el apoyo de Arabia Saudí.
La guerra civil del Yemen se suele presentar como un choque por poderes entre las dos grandes potencias musulmanas de la región –la saudí y la iraní, que apoya con armas e instrucción a los rebeldes–, pero en ese binomio se suele pasar por alto el fuerte grado de fanatismo hutí.
Doblegar esa muralla, levantada en las rutas por donde circula casi el 15 por ciento del comercio mundial, requerirá la confluencia del esfuerzo bélico de EE.UU. y de Arabia Saudí. Pero el desafío no podía haber llegado en peor momento. Ni la Administración demócrata de Joe Biden, de salida, tiene los arrestos para lanzarse a esa empresa militar. Ni está en el ánimo del régimen saudí, que controla el Príncipe herederoMohamed bin Salman, romper en estos momentos el pacto de alto el fuego en Yemen firmado con Irán; más aún, si corre el riesgo de que se presente la medida como pro-israelí, en medio de la guerra en Gaza.
Tarde o temprano, la arrogancia hutí y el matonismo de su patrocinador iraní tendrán que ser frenados, antes de que su desafío vaya a mayores. Ya no está solo en juego la geoestrategia regional sino también la economía mundial, que pronto se resentirá del dispararse de los fletes del comercio. Dos rutas esenciales están sometidas al chantaje de Irán y del territorio rebelde en Yemen, la de Ormuz en el Golfo Pérsico y la de Bab el Mandeb en el Mar Rojo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete