Cameron respalda al Príncipe Andrés en el fragor del escándalo
Su relación amistosa con un millonario pederasta cuestiona su puesto oficial
El primer ministro David Cameron respaldó ayer públicamente al Príncipe Andrés pocas horas después de que fuentes de Downing Street dijeran a varios medios que «un escándalo más» sería el fin de su cargo de enviado especial del gobierno para comercio e inversión.
El escándalo ... concierne a la relación del Príncipe con el multimillonario estadounidense, Jeffrey Epstein, condenado en 2008 a 18 meses de prisión por solicitar relaciones sexuales con una prostituta menor de edad.
En un día con ribetes de sainete, la posición oficial cambió a tal velocidad que anoche nadie estaba seguro sobre cuál sería el futuro del Príncipe. «Es improbable que el gobierno eche al Príncipe Andres, pero es posible que decida aligerar sus responsabilidades para evitar un enfrentamiento entre los ministros y la Familiar Real», indicó el especialista en la BBC Gary O´Donoghue.
La intervención del Secretario de Comercio Vince Cable a primera hora de la mañana dejó claro que el escándalo se le estaba yendo de las manos a la coalición gubernamental. «El Príncipe debe juzgar por sí mismo si sigue en su puesto. Obviamente conversaremos con él respecto a cómo serán sus actividades futuras», dijo Cable.
La foto que desató la tormenta fue publicada en febrero y muestra al Príncipe Andrés que rodea con el brazo la cintura de una sonriente adolescente de 17 años, Virginia Roberts. Según el Daily Mail, la adolescente hizo una denuncia penal por explotación sexual contra Epstein. Con el seudónimo «Jane Doe 102», Roberts comenta que trabajó durante cuatro años como masajista personal del multimillonario y que sus funciones incluían ser utilizada sexualmente por los amigos de Epstein y miembros de la realeza.
En la declaración, dos vistosas rubias, la asistente personal de Epstein, Sarah Kellen, y la novia del multimillonario, Nadia Marcinkova, se niegan a responder si el Príncipe tuvo relaciones sexuales con adolescentes aunque, según los tabloides británicos, queda claro que sí recibió sesiones de masajes.
Complicando aún más el asunto, la prensa británica reveló que la ex esposa del Príncipe, Sarah Ferguson, había aceptado unos 25.000 dólares del multimillonario para pagar deudas que la amenazaban con la bancarrota.
El Príncipe ha negado que hubiera ocurrido algo «impropio» durante las sesiones de masaje, pero su papel de enviado especial del gobierno británico está bajo la lupa desde hace semanas. Poco después de la caída del depuesto presidente de Tunez, Ben Ali, la prensa reveló que el hijo del dictador, Sakher el-Materi, había sido invitado especial del príncipe a Buckinghan Palace a fines del año pasado.
A pocas semanas de la boda de su sobrino Guillermo con Kate, una oportunidad para la Monarquía de recuperar el prestigio erosionado por todos los escándalos de la década de los 90, no es el tipo de historias que desea la Familia Real.
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