Los ultras de Pegida celebran su primer año con una gran marcha en Dresde

Pegida, cuyas siglas corresponden a «Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente», ha puesto además a la canciller Merkel en el centro de su diana. «Los ciudadanos no deberían seguir a quienes salen a las calles llenos de odio y de hostilidad hacia los demás », ha dicho Merkel este fin de semana en una entrevista. «Nuestra paz social sufrirá daños, nuestra democracia y nuestra base constitucional, de la que estamos tan orgullosos, es lo que está en juego», ha declarado el presidente regional de Sajonia, el también cristianodemócrata Markus Ulbig, tratando de apaciguar a manifestantes y contra manifestantes, que cuentan con encontrarse esta noche delante de la Semperoper, en el centro de Dresde. «Es muy importante que hagamos visible la resistencia a ese odio intelectualmente endeble», arenga el líder de la «Asociación Dresde Libre de Nazis», Silvio Lang, «por eso no es correcto ignorarlos aun cuando sabemos que son una minoría. Hay que responder».

La evolución de Pegida en su primer año de vida ha convertido el movimiento ciudadano minoritario en un potencial político desestabilizador . Bachmann , de 42 años y fichado por la Policía, que lanzó las primeras manifestaciones desde una posición anti sistema y anti extranjeros, ha perdido el control de lo que ya se ha presentado como partido político en varias elecciones locales con relativo éxito. «Al principio le seguían muchos electores descontentos, desfavorecidos sociales hartos de los partidos tradicionales, que tomaban a los extranjeros como el chivo expiatorio de sus problemas, pero en los últimos meses ha tomado su control un núcleo duro relacionados con la escena de la extrema derecha alemana. El ministro de Interior alemán, Thomas de Maiziere, se ha referido a este renovado Pegida como «extrema derecha dura» que «identifica refugiados con delincuentes, a todos los políticos con traidores e incapaz de cualquier atisbo de consenso democrático».

El movimiento había sido políticamente desactivado antes del verano, pero la llegada de los refugiados parece haberlo revivido . El pasado 7 de septiembre congregó a 5.000 personas en Dresde. Las semanas siguientes las cifras siguieron subiendo, estabilizándose entre 7.500 y 9.000 manifestantes, según los recuentos policiales, muy por debajo de las cifras que dan los organizadores. Se trata de «un renacimiento pequeño», relativiza Timo Lochocki, analista del centro de análisis German Marshall Fund, que reconoce sin embargo que las últimas semanas la visceralidad del movimiento ha crecido hasta mostrar consecuencias tan insospechadas como el apuñalamiento, este fin de semana, de una candidata de la CDU a la alcaldía de Colonia.

En su momento de mayor apogeo , uno de cada tres alemanes apoyaba en las encuestas las manifestaciones de Pegida contra la «extranjerización» de Alemania. El pasado mes de diciembre, un sondeo realizado por YouGov señalaba que el 36% de los alemanes respaldaba sus reivindicaciones, porcentaje que, desglosado regionalmente, correspondía a un 33% en los Länder occidentales y a un 41% en los orientales.