El tsunami de solidaridad con los ucranianos, entre el aplauso y el caos
Las iniciativas privadas se adelantaron a la Administración a la hora de acoger a ucranianos. Ahora que empiezan a llegar oficialmente los primeros desplazados, las ONG piden centralizar la ayuda para evitar el desorden
Anna Cabeza , Helena Cortés , Pablo Muñoz , Beatriz L. Echazarreta y Javier Martínez-Brocal
«No, por favor, aquí mejor que no traigáis nada». Por contradictorio que parezca, la frase salía hace escasos días de la boca de una de las empleadas del Consulado de Ucrania en Barcelona ante las preguntas de una vecina que acudió con toda su ... buena fe a ver qué podía llevar para ayudar al pueblo ucraniano. Antes que ella, otro paisano había entregado una bolsa con medicamentos «recién comprados». «Es poco, pero espero que os sirva», añadió.
Las oficinas del consulado se han quedado pequeñas y el ajetreo de personas y cajas con material variopinto es constante, incesante, como el alud de iniciativas solidarias que han surgido estos días por todos los rincones de España ante la guerra empezada por Rusia. Un tsunami solidario que estos días se visualiza en las improvisadas caravanas de furgonetas y coches particulares cargados de material que están llegando desde múltiples puntos de España a la frontera de Polonia con Ucrania. Un caudal de solidaridad que, según alertan las administraciones y las ONG más consolidadas, puede llegar a ser un obstáculo más que una ayuda . Muchos particulares se han dado cuenta de que sin el paraguas de los expertos, el voluntariado se complica.
Este es el caso de Juan , que llegó con su Peugeot Expert cargada de víveres y ropa a Medyka, entre Polonia y Ucrania: «Vi los vídeos de lo que estaba pasando y pensé: si mi país y la OTAN no les ayudan yo no quiero dejarlos solos». Este valenciano recorrió casi 4.000 kilómetros de forma particular para paliar la agonía del pueblo ucraniano. «Me traeré dentro a todos los refugiados que pueda».
El primer día pasó seis horas en la fila de la frontera, pero nadie quiso volver con él a Polonia. Al día siguiente insistió, pero otra vez se volvió de vacío. En Polonia recurrió a una fundación que coordina el viaje de refugiados a la Península Ibérica. Fueron ellos los que finalmente le pusieron en contacto con una madre y dos niños que tenían un familiar en Gerona y, al fin, aceptaron subirse. Lo mismo le pasó a Pedro, que estuvo dos días en la frontera sin que ningún refugiado aceptase su propuesta: «Vengo de Madrid para ayudar y estoy dispuesto a costear el billete en avión a España y el alojamiento», anunciaba este ingeniero.
Los proyectos bienintencionados son múltiples y variados, imposibles de cuantificar. El 1 de marzo diez jóvenes de todo el mundo pusieron en marcha una iniciativa particular para sacar a mujeres y a niños de Ucrania. Díez días después, aquella idea mutó en ONG: SaveBow, con la que colaboran ya 170 personas. Fabiola es la única española que participa en esta plataforma. Cuentan con un equipo de traductores y con varios 'departamentos' en los que se gestionan las salidas (se pone en contacto a ucranianos que desean huir con voluntarios en la frontera) y además se les presta asesoramiento psicológico, también vía telefónica.
Falta de experiencia
«La organización ha echado a andar hace apenas una semana y ayer se creó un nuevo 'departamento' (grupo de whatsapp) en el que se presta asesoramiento a las familias de acogida sobre los trámites que deben realizar para regularizar su situación, pero cada país es un mundo. La gente va a intentar salir con o sin nosotros. Los que sacamos es porque nos piden ayuda. Un voluntario profesional sería mejor, pero también es mejor un voluntario sin experiencia que nada», explica esta joven.
Las ONG, reconocen, están «conmovidas y agradecidas» por estas avalanchas de solidaridad, pero piden que se extremen las precauciones y se canalice la ayuda a través de las organizaciones internacionales y locales que ya trabajan sobre el terreno. Estas tienen sus propios almacenes de logística, y se aseguran de hacer llegar a los más necesitados exactamente aquello que requieren. Así, además, evitan que el material se eche a perder o haya fraudes . Incluso para las ONG está siendo muy complicado llevar al interior del país la ayuda: «Los corredores humanitarios están siendo usados como un arma de guerra. El material tampoco tiene espacios seguros para entrar o conservarse. Demasiado a menudo acaba en la frontera, o incluso en el mercado negro», lamenta Pepa Martínez, presidenta de Lafede.cat, que engloba a más de 125 ONG.
De la importancia de dejar trabajar a los expertos da fe Tommy Pérez, un universitario de 20 años que hace poco más de una semana se plantó con tres amigos en el puesto fronterizo de Medyka y arrancaron el proyecto Dosmanosxpersona para ayudar in situ a los refugiados. Con más de 5.000 euros conseguidos y centenares de peticiones de ayuda recibidas, pudieron alquilar dos coches y trasladar a algunos refugiados a casas de allegados, comprar billetes de avión para que otros se reunieran con familiares y aportar carros de comida. Una vez en la frontera, Tommy se puso a colaborar con la fundación World Central Kitchen (WCK) del chef español José Andrés. «Te registras en la web y es muy fácil trabajar con ellos. Ahora que lo he comprobado, si quieres ayudar lo mejor es ir organizado, porque si no puedes llegar a ser un estorbo», explica a ABC. Con todo, reconoce que no sobra ni un voluntario , porque «llegan tantas mujeres, niños y abuelas que el material vuela y las manos nunca sobran».
Una carrera de fondo
Administraciones y organizaciones recuerdan que el conflicto será largo. «No hace falta correr. La crisis humanitaria durará tiempo y la solidaridad se tendrá que mantener», avisa Josep Desquens, el director general de Cooperación al Desarrollo de la Generalitat. «Lo más complicado no es la primera emergencia, será el mantenimiento. Tenemos que guardar energías para ayudarles a largo plazo y también para recibir a los refugiados que lleguen aquí».
Oficialmente, los primeros ucranianos que huyeron de la guerra llegaron a nuestro país esta semana, apenas unos días después de que la Unión Europea activase una directiva creada tras la guerra de los Balcanes pero nunca antes aplicada que otorga una protección temporal (residencia, trabajo y atención sanitaria) a aquellos que huyen del terror sembrado por Putin en Ucrania. El reto es mayúsculo, ya que más de 2,5 millones de personas , más de un millón niños, han abandonado ya el país. La mayoría lo hace por Polonia, donde presentan sus datos de identidad y las autoridades garantizan que n o son peligrosos. A partir de ahí, tienen libertad de movimiento por toda la Unión Europea.
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, asegura que España contará con 12.000 plazas para acoger a refugiados ucranianos y estima que de momento habrán llegado unos mil, aunque no tiene cifras oficiales. El éxodo, afirman desde el Ministerio, es difícil de calcular, puesto que muchos llegaron antes y fueron acogidos por paisanos o familias españolas con las que ya tenían un vínculo gracias a programas de acogida temporal en verano. Otros, como Olena, llegaron con iniciativas privadas como 'Shelter4Ukraine', una especie de Airbnb gratuito para buscar hogar en toda Europa.
Olena llegó el jueves a casa de María, su anfitriona en Pozuelo de Alarcón (Madrid), con su hija de 8 años y su madre de 62. Tras pasar cinco días escondidas en el sótano de su casa de Kiev , decidieron que tenían que abandonar su tierra. «No queríamos irnos, pero yo tenía miedo por mi hija y creo que volver va a ser muy complicado por el estado en el que va a quedar el país». Como habla castellano (además de inglés, ucraniano y ruso), decidió que podían empezar una nueva vida en España. «Estamos en el paraíso; nunca pensé que encontraría tanta gente que se preocupase por nosotras. Ahora solo quiero trabajar –es abogada con un máster en Derecho Internacional y profesora– y ser útil en esta sociedad que nos ha acogido tan bien». Con la ayuda de su anfitriona, ha logrado empadronarse, pedir la protección temporal y escolarizar a su niña. A Olena aún se le saltan las lágrimas cuando recuerda que sus nuevos compañeros dieron la bienvenida a su pequeña en ucraniano.
Tras la «descoordinación y desinformación» que suelen suceder a toda emergencia, señalan desde Unicef, a lo que hay que sumarle la puesta en marcha de nuevos instrumentos de protección, las administraciones están trabajando contra reloj. El Ministerio del Interior ha habilitado en todas las comisarías provinciales un sistema informático con este fin. Los ucranianos pueden acudir, además, a los centros de acogida creados en Madrid, Alicante y Barcelona. Cuando presentan su pasaporte, los datos de filiación se cruzan con distintas bases por razones de seguridad. No se espera que haya bolsas ocultas de desplazados, porque se les van a dar las condiciones legales para que puedan emprender una nueva vida en nuestro país.
Las personas que tienen derecho a ese permiso, además de los ucranianos que huyen de la guerra, son aquellos de otros países que tenían residencia legal en Ucrania y los que estaban en España en situación irregular siempre que no supongan un peligro para la seguridad. Las fuentes consultadas por ABC destacan que se tiene un cuidado muy especial con los menores no acompañados para evitar casos de trata. Igualmente se está muy pendiente de las posibles actuaciones de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, aunque por ahora no se han detectado casos. Organizaciones como Unicef, Save the Children y Aldeas Infantiles SOS recuerdan que el éxodo está protagonizado, sobre todo, por mujeres y niños, lo que les hace aún más vulnerables a estas mafias.
Un nuevo camino
Esta regulación exprés que facilita la directiva europea, paralela a la solicitud de asilo tradicional, permite agilizar unos trámites que, normalmente, suelen durar uno o dos años , según explican desde la organización Accem, que junto con CEAR y Cruz Roja España, gestionan la mayoría de las plazas de acogida del país.
Desde 2015, Ucrania ha estado entre los diez países con mayor número de solicitantes de protección internacional , con un total de 15.102 personas. Solo se concedieron 1,571, según datos recopilados por Accem. «Ahora, por volumen de desplazados y velocidad de llegada, nos enfrentamos a una crisis sin precedentes. La respuesta de la UE, acompañada de unas medidas de flexibilidad en la frontera, hacen que no se hayan producido devoluciones automáticas que sí se han dado en otras ocasiones», lamenta Sara Collantes, responsable de Migraciones de Unicef. «Tenemos que ver en este conflicto una oportunidad para cambiar las políticas de asilo de la UE. Cuando los Veintisiete quieren tender la mano a los refugiados, lo hacen. Ojalá en el futuro se mantenga».
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