Sale a la calle una cabecilla del RAF condenada a 5 cadenas perpetuas

El caso ha reabierto un sensible debate sobre los años de la Fracción del Ejército Rojo que muchos habían preferido olvidar y ha recabado críticas de buena parte de la sociedad por la mejora penal de que se beneficia un reo que no ha mostrado nunca ningún arrepentimiento por las decenas de muertes causadas.

El paso al estado de libertad condicional, a solicitud de la propia condenada y cumplido el tiempo reglamentario, se produjo dos días antes de la fecha prevista, posiblemente para impedir altercados.

Los familiares de las víctimas han protestado amargamente que se considerara a Mohnhaupt apta para acogerse a la medida reducida y algunas fuentes policiales oficiosas han señalado sus dudas sobre que la terrorista capturada en 1982 fuese ya totalmente inofensiva.

Cinco años antes, con 26 años, Mohnhaupt se había convertido en símbolo del espeluznante «otoño alemán». Una segunda generación más pragmática y brutal abandonaría los objetivos de la lucha de clases y la edificación de un estado comunista en favor de una táctica de secuestros y ajusticiamientos a sangre fría con el fin de lograr la liberación de los dirigentes de la primera generación.

Suicidios en la cárcel

Baader, Meinhof, Enslin y Raspe, según la investigación posterior aceptada hoy, se suicidaron en la cárcel de Stammhein tras el rechazo del canciller Schmidt a negociar y el asalto por la policía a un avión de Lufthansa secuestrado. Horas después, el comando encabezado por Brigitte Mohnhaupt y Christian Klar, otro de los terroristas que ha solicitado la gracia, ejecutó al presidente de la patronal que mantenía como rehén.

Hans Martin Schleyer sIguió en la siniestra lista de la banda de izquierdas al presidente de Dresdner Bank, Jürgen Ponto, y al fiscal general del Estado, Siegfried Buback.

Tras la detención de Mohnhaupt y Klar, la tercera generación de la RAF mataría aún al directivo de MTU, Ernst Zimmermann, en 1985, al de Siemens, Karl Heinz Beckurts, en 1986), al diplomático Gerold von Braunmühl en 1986, al presidente de Deutsche Bank, Alfred Herrhausen, en 1989, y al jefe del fondo de privatizaciones de la RDA, Detlev Karsten Rohwedder, en 1991. En abril de 1998, anunció inopinadamente su disolución.