El refugiado sirio que nadó durante siete horas para empezar una nueva vida en Europa

Pero Mehtr no se lanzó al agua sin una preparación previa. Había entrenado para el equipo de natación nacional sirio y no dudó en utilizar sus habilidades para cruzar el mar Egeo desde Turquía a la isla griega de Samos.

Después de recuperar esas habilidades en un arduo entrenamiento en Beirut y estudiar mapas con la ruta más corta, el sirio se sintió preparado para emprender el viaje en septiembre.

Su punto de partida era Guzelcamli, donde tuvo que sortear a policías turcos que aguardaban en la playa para detener a traficantes de personas.

Avituallado con un gorro de baño, gafas y una pinza en la nariz, se lanzó al agua. Una suerte de improvisado hatillo sujeto a su cintura con un teléfono y tarjetas de memoria con fotografías antiguas de su familia y de su país fueron los únicos objetos personales que pudo llevar consigo, para recordar la vida que dejaba atrás.

Contra todo pronóstico llegó a Samos, donde fue fotografiado con un gesto triunfal y los brazos en alto. Lejos de haber terminado, su calvario continuó a pie desde Grecia , donde tuvo que recorrer 11 kilómetros para llegar a su próximo destino, un puerto donde debía ser registrado oficialmente como refugiado.

Un mes después de haber estado viviendo en campos de refugiados europeos, Mehtr llegó a Suecia, donde reside actualmente.

A pesar de su hazaña, el refugiado sirio deshecha la idea de los que le consideran un héroe por haber logrado llegar sano y salvo a Europa. En declaraciones para «The Independent», reconoce: «Estoy lejos de ser el único que ha hecho de este viaje. Hay muchos más que han llegado nadando».