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La persecución de una de las más antiguas iglesias cristianas

La violencia sectaria contra los coptos es histórica, pero se ha recrudecido desde 2013

Alicia Alamillos

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Los coptos acogen con dolor una vez más el apelativo de mártires. «Mártires» son de nuevo las 45 víctimas del doble atentado contra dos iglesias en Egipto de ayer. «No necesitamos más condenas (al terrorismo), necesitamos más seguridad, que no se nos mate», lamenta ... por teléfono Sarah, una vecina de Alejandría, donde un terrorista suicida de Daesh se hizo explotar frente a la entrada de la catedral copta de San Marcos, supuestamente construida por el propio evangelista e histórica sede del patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Copta, una de las más antiguas del mundo y la más numerosa en Oriente Medio. Y aunque Egipto fue la cuna de estos cristianos, que conforman entre el 8 y el 12% de población actual, hoy día son tratados como ciudadanos de segunda clase por el Estado, perseguidos por los vecinos en zonas rurales como Minya o Sohag y amenazados por los terroristas islámicos de Daesh.

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