El forzado final de un político único
Tras 17 años de excepcional protagonismo político en Italia, ahora Berlusconi se tendrá que enfrentar a sus múltiples causas pendientes sin la impunidad que se ha construido desde el poder
ÁNGEL GÓMEZ FUENTES
Se acabó. En el plazo de unos 20 días, Silvio Berlusconi presentará la dimisión, tras permanecer en el poder 17 años, salvo algunos intervalos que estuvo en la oposición. En ese tiempo ha sido tres veces primer ministro, batiendo el récord de permanencia ... en la historia política de Italia.
Berlusconi descendió a la arena política en el 1994 apoyándose en sus grandes dotes de comunicador. Ganó las elecciones con su movimiento «Forza Italia» y llenó el vacío que dejó la eliminación de toda una clase política a causa de la llamada operación «manos limpias».
Prometió grandes reformas liberales y hacer de Italia un país moderno, funcionando con el mismo éxito que él había logrado para sus empresas. Se presentó como un gran empresario detestando, cosa que ha hecho siempre, a los políticos. Sin embargo, tras 17 años de protagonismo, deja un país en profunda crisis económica, con una deuda colosal de 1,9 billones de euros, la cuarta del mundo, y con un crecimiento prácticamente nulo en los últimos diez años. Un país, en definitiva, necesitado de profundas reformas.
Leyes «ad personam»
En realidad, Silvio Berlusconi se lanzó al ruedo político para mejor salvar su imperio económico. Ha permanecido en el poder sin resolver un increíble conflicto de intereses, como no se conoce en ningún país occidental. Además, ha elaborado una veintena de leyes «ad personam» para evitar ser procesado y condenado.
Sus últimos tiempos años han estado dominados por diversos escándalos de corrupción y procesos judiciales.
«En la noche me miro al espejo y parece que veo a Al Capone» , cuenta a veces Silvio Berlusconi a sus invitados. La anécdota refleja cómo «Il Cavaliere» ha logrado metabolizar lo que ya constituye una costumbre en su aventura política: su permanente batalla con la justicia. «Son ya 17 años que convivo con procesos», en los que «me he gastado —añade— cientos de millones».
Playboy en su juventud, cantante de cruceros por el Mediterráneo, empresario de éxito, entra en política para salvar mejor su imperio económico, en especial el grupo Fininvest, lleno de deudas. Aborrece a los políticos profesionales, pero nadie como él se aferra al poder.
La vida de Silvio Berlusconi parece la del protagonista de una telenovela: hay poder, dinero y sexo. Cuando sólo era magnate de la televisión, sus escapadas con las jóvenes promesas de sus televisiones constituían un hecho privado. Pero sus correrías de los últimos años han sido de dominio público, sobre todo porque algunas de estas jóvenes han llegado a ser ministras, subsecretarias, diputadas, europarlamentarias y consejeras regionales o provinciales. Sin medias tintas, el ex presidente de la República, Francesco Cossiga, hizo esta reflexión: «También en nuestros tiempos de democristianos, socialistas y comunistas había quienes tenían amantes y las compensaban con regalos, pero a ninguno se le habría pasado por la mente sentar a una amante en los escaños del Parlamento, quizás haciéndola ministra». A Berlusconi, sí se le ocurrió.
En respuesta a este comportamiento sexista, Verónica Lario, la segunda esposa de Berlusconi, mandó una carta al periódico más antiberlusconiano de Italia, «La Repubblica» , para que el bofetón fuera mayor: «A mi marido y al hombre público le exijo públicamente disculpas, no habiéndolas recibido en privado» .
La ruptura matrimonial llegó en 2008, cuando Verónica Lario supo que «Il Cavaliere» había asistido a la fiesta del decimoctavo cumpleaños de la joven Noemi Letizia. En un e-mail a la agencia ANSA, Verónica escribió: «No puedo permanecer con un hombre que frecuenta menores» . Le llamó «enfermo» y «cerdo», e incluso le presentó como el emperador o el dragón al que le vienen sacrificadas legiones de vírgenes. Todo ello lo remató calificando de «basura sin pudor» el que Berlusconi presentara a misses y bellas jóvenes en listas electorales. Por ejemplo, la despampanante Bárbara Matera, una bailarina a quien mandó como eurodiputada a Estrasburgo. O Nicole Minetti, ex higiniesta dental, a quien promovió como consejera en la región de Lombardía (12.000 euros al mes) y a la que convirtió en su amante.
Proceso Ruby
Por el Palacio Grazioli de Roma, en su lecho gigante regalado por Putin, y por la mansión lujosa de Villa Certosa, en Cerdeña, han pasado jóvenes y meretrices como Patrizia D'Addario, reclutadas habitualmente por tres personajes imputados «por favorecer la prostitución»: el agente de espectáculos Lele Mora, su amigo el periodista Emilio Fede y la consejera Nicole Minetti. Así fue captada la joven marroquí Ruby «robacorazones» cuando tenía 17 años, presentada por Berlusconi como la «sobrina del ex presidente egipcio Mubarak», una historia increíble que ha hecho exclamar a Annamaria Fiorillo, la primera jueza que interviene en el caso Ruby: «¿La sobrina de Mubarak? Entonces yo soy Nefertiti, la reina del Nilo»
Lo alucinante es que 315 diputados firmaran en el Parlamento esa versión del «sultán» de transformar una prostituta marroquí en una v.i.p.de Egipto. El politólogo Mauro Calise explica ese comportamiento de los parlamentarios porque militan en un «partido personal» y obedecen ciegamente al jefe para no perder el puesto. El periodista y diputado Paolo Guzzanti califica este «sistema basado en la corrupción moral» como mignottocrazia (putocracia).
El proceso Ruby está en marcha en Milán y Berlusconi se encuentra acusado de prostitución de menores y abuso de poder. Teme que este escándalo siga acaparando la atención de todos los medios del mundo.
El otro gran proceso que se desarrolla en Milán es el caso Mills, en el que Berlusconi está acusado de presunta corrupción. Teme igualmente que una condena le llegue en las próximas semanas. De ahí su interés en no abandonar el poder, porque esperaba como primer ministro haber realizado aún alguna ley ad personam que le salvara de una posible condena.
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