El nuevo presidente de Corea del Sur, dispuesto a ir a Pyongyang para reunirse con Kim Jong-un

Además de intentar mejorar la economía y controlar más a los «chaebols» (corporaciones industriales), Moon Jae-in se ha propuesto terminar con la confrontación con Corea del Norte que ha reinado durante los ocho años de gobiernos conservadores.

Frente a la «mano dura» de Park, su prioridad es rebajar la tensión con el régimen del joven dictador Kim Jong-un, que ha vuelto a lanzar una nueva escalada militar y dialéctica contra Estados Unidos durante los últimos meses. «Haré todo lo que pueda para construir la paz en la Península Coreana», aseguró Moon, quien incluso se mostró dispuesto a viajar a Corea del Norte. «Si hace falta, volaré a Washington inmediatamente. También iré a Pekín, a Tokio y hasta a Pyongyang en las debidas circunstancias», señaló en su alocución.

Y no parece una promesa vacía, porque Moon ha propuesto como jefe del Servicio Nacional de Inteligencia a Suh Hoon , un experto veterano en la cuestión que organizó las dos históricas cumbres que celebraron ambas Coreas en 2000 y 2007, durante la distensión de la denominada «Sunshine Policy».

En la primera, el entonces presidente del Sur y luego premio Nobel de la Paz, Kim Dae-jung , se reunió en Pyongyang con Kim Jong-il, padre del actual dictador. En la segunda, el «Querido Líder» también recibió en la capital norcoreana al en ese momento presidente del Sur, Roh Moo-hyun , mentor de Moon Jae-in. Como su jefe de gabinete, Moon participó en la organización de dicha cumbre y viajó a Pyongyang, un hito que quiere volver a repetir.

Para el nuevo presidente, no se trata solo de una cuestión política, sino personal. Como hijo de refugiados norcoreanos que huyeron de allí durante la guerra (1950-53), aún tiene parientes al otro lado del Paralelo 38. En 2004, dentro de un programa de reuniones familiares, acompañó hasta Corea del Norte a su madre, quien se reencontró con su hermana después de medio siglo sin verse.

«Organizar una cumbre intercoreana es necesario para reducir las tensiones militares y empezar a hablar para resolver la cuestión nuclear, aunque es demasiado pronto en las actuales circunstancias», explicó Suh Hoon, próximo responsable de Inteligencia, en una rueda de prensa en la Casa Azul, la residencia presidencial.

Frente al hermetismo de la presidenta Park y su Gobierno, los periodistas surcoreanos se congratulaban por esta comparecencia pública, signo de una nueva transparencia. Según informa el periódico «Korea Herald» , Suh sirvió durante más de 28 años en el Servicio Nacional de Inteligencia hasta su jubilación en 2008. A sus 64 años, el nuevo presidente lo ha sacado de su retiro en la Universidad Femenina de Ewha, donde imparte clases de estudios norcoreanos, para ayudarle a reabrir el diálogo con el régimen estalinista de Pyongyang.

De igual modo, Moon ha propuesto como primer ministro a Lee Nak-yon, gobernador de la provincia de Jeolla del Sur, y como jefe de gabinete a Im Jong-seok, su secretario en la campaña electoral. Este antiguo diputado es famoso porque, durante su época universitaria, se pasó más tres años en la cárcel por organizar un viaje estudiantil al Festival de la Juventud de Pyongyang en 1989. Como ambos países siguen técnicamente en guerra, los ciudadanos del Sur necesitan permiso del Gobierno para visitar el Norte. Aunque Im Jong-seok no llegó a ir a Pyongyang, fue condenado por desafiar las normas y desde entonces es visto como un simpatizante de Corea del Norte . A pesar de esas suspicacias, la Casa Azul insistió en un comunicado en que es «la mejor persona para ayudar a conseguir el deseo del presidente de mejor las relaciones entre el Norte y el Sur», informa la agencia estatal de noticias Yonhap.

En su discurso de posesión, Moon Jae-in también avanzó que mantendrá «serias negociaciones» con EE.UU. sobre el escudo antimisiles que está desplegando en el centro del país para protegerse de las amenazas de Kim Jong-un. Aunque el nuevo presidente prometió durante la campaña que lo revisaría, ni los expertos ni el ciudadano de a pie creen que pueda convencer a Trump para retirarlo.

A la espera de ver sus primeras medidas, la Casa Blanca ha felicitado a Moon y confía en que su presidencia sirva para «fortalecer la alianza» y «profundizar la duradera amistad» entre EE.UU. y Corea del Sur. Pero la distensión que pretende alcanzar con el régimen de Kim Jong-un puede contrariar al presidente Trump, quien ha amenazado a Corea del Norte con una acción militar si lleva a cabo una nueva prueba nuclear.

Mientras los partidarios de Moon Jae-in se felicitan por los aires de cambio que trae, los conservadores y algunos desertores norcoreanos refugiados en el Sur temen que el nuevo presidente sea «un poco comunista» . Acampados ante el ayuntamiento de Seúl, los seguidores de la expresidenta Park insisten en su inocencia y critican que «una destitución errónea ha traído un Gobierno equivocado», señala su portavoz, Ky Chung . Aunque reconoce que no tiene pruebas, sospecha que «puede haber una conspiración para eliminar a la presidenta Park con acusaciones falsas y colocar en el poder a alguien próximo a Corea del Norte».