Dos palestinos mueren en las protestas tras la decisión de Trump

Durante la mañana todas las miradas apuntaban a la Ciudad Vieja de Jerusalén, corazón de la parte oriental de la ciudad ocupada por los israelíes en 1967. Decenas de miles de fieles acudieron a la oración e Israel, pese a los llamamientos a las protestas realizados por las facciones palestinas, no efectuó un gran despliegue de fuerza, ni impuso restricciones especiales para el acceso a la Explanada de las Mezquitas como sí lo ha hecho en el pasado cuando ha habido riesgo de incidentes.

«No tenemos indicios de que habrá disturbios por tanto no hay ninguna restricción de edad. Si hubiera disturbios, responderíamos inmediatamente», declaró el portavoz de la Policía, Micky Rosenfeld, a los medios congregados en la Puerta de Damasco, principal punto de acceso a la Ciudad Vieja. La previsión israelí se cumplió y la oración terminó sin mayores problemas, nada que ver con la tensión vivida este verano durante los incidentes en torno a la mezquita de Al Aqsa. «La declaración de Trump no cambia nada porque diga lo que diga Jerusalén seguirá siendo una ciudad santa para nosotros», aseguraba el joven Yussef al salir del rezo, a paso ligero: «No quiero verme metido en líos, no sirve de nada».

Las palabras de Trump ocasionaron una movilización global tras la oración principal del viernes en países como Egipto, Jordania, Irak, Baréin, Sudán o Túnez, donde se organizaron concentraciones de rechazo a la decisión estadounidense. La marcha más multitudinaria tuvo lugar en Estambul, donde más de diez mil personas tomaron el centro histórico de la ciudad al grito de eslóganes como «EE.UU. Asesino, Trump terrorista». Después de la amenaza del presidente Erdogan,de romper relaciones diplomáticas con Israel, el portavoz del Gobierno, Bekir Bozdag, subrayó una vez más que el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén «conllevará todo tipo de crisis, caos y combates».

El lunes, Erdogan recibirá a su homólogo ruso, Vladimir Putin , para abordar la situación en Siria y el malestar generado por la decisión de Trump, y el miércoles Estambul acogerá una cumbre extraordinaria de líderes de la Organización por la Cooperación Islámica, que reúne a 57 países.

El secretario de Estado, Rex Tillerson , trató de suavizar las palabras de su presidente y aclaró que «no indicó ningún estatus final para Jerusalén. Fue muy claro en que el estatus final, que incluye las fronteras, sería negociado y decidido por las dos partes». Tillerson también ahondó en el traslado de su legación diplomática a la ciudad santa, que «podría demorarse dos años». Pero estas aclaraciones no sirvieron para apaciguar a los manifestantes.

El descontento se palpa en las calles palestinas y en los despachos de sus dirigentes tratan de buscar nuevos caminos para hacer frente a la decisión de EEUU. El negociador jefe palestino, Saeb Erekat, declaró al diario israelí «Haaretz» que la medida aprobada por Trump supone «el final de la solución de los dos estados, por lo que es momento de transformar nuestra lucha para conseguir un solo estado en las fronteras de la Palestina histórica, desde el mar al río Jordán, en el que todos tengamos los mismos derechos».

Desde la ONU, sin embargo, reiteraron que «no hay alternativa a la solución de los dos estados» y el enviado especial del organismo internacional para Oriente Medio, Nickolay Mladenov , en el transcurso de una reunión especial sobre Jerusalén del Consejo de Seguridad, alertó sobre los «potenciales riesgos de violencia» que existen tras la medida unilateral de Trump.