La sonrisa de los niños que no lloraban

A través de su centro en Kuderu, la Fundación Vicente Ferrer ayuda a los niños con parálisis cerebral a moverse por sí mismos y los educa en un oficio para ganarse la vida

La sonrisa de los niños que no lloraban Álvaro Ybarra Zabala

PABLO M. DÍEZ

La pequeña Anuradha no lloró al nacer. De eso hace ya trece años, pero sus padres no se dieron cuenta de que algo extraño le ocurría hasta algún tiempo después, cuando se percataron de que no se comportaba como los demás bebés. ... Moviéndose con dificultad y reaccionando con lentitud, ni sus respuestas ni sus gestos eran propios de su edad. Algo malo le pasaba a la niña, pero no sabían qué era. Desesperados, lo único que podían hacer era rezar, pero el cielo no escuchó sus oraciones. Poco después, el médico confirmó sus peores temores: Anuradha, la tercera hija de Gurram Narayana , conductor de «rickshaw» (triciclo), y Ramalaxamma , costurera, sufría parálisis cerebral .

Y entonces una maldición cayó sobre la familia Gurram. Si la vida ya es difícil para un discapacitado físico o psíquico en las sociedades más avanzadas, se convierte en un infierno en los países en vías de desarrollo como la India. A la falta de medios médicos se suman la pobreza que azota a la mayoría de sus 1.100 millones de habitantes , sobre todo en el campo, y la estigmatización que traen atrasadas creencias o supersticiones. Postrada en un camastro a salvo de miradas inquisitorias, Anuradha estaba condenada al olvido y a la miseria de pertenecer a los «tejedores» , una de las castas más bajas del país.

Reaccionaba con lentitud, ni sus respuestas ni sus gestos eran propios de su edad

Y así habría pasado el resto de sus días de no ser porque cerca de su pueblo, Peddavadugur, funciona desde 2002 el centro de parálisis cerebral de Kuderu , uno más de los muchos milagros que la Fundación Vicente Ferrer ha obrado en el distrito de Anantapur, al sureste de la India en el estado de Andhra Pradesh. Desde que abrió sus puertas, por él han pasado más de 4.000 niños con todo tipo de discapacidades que, gracias al trabajo de educadores especiales, médicos y fisioterapeutas, aprenden un oficio y se someten a ejercicios de rehabilitación para combatir los males que les aquejan.

En el caso de Anuradha, diagnosticada con una diplejía espástica , la rigidez le afectaba con mayor intensidad a las piernas que a los brazos y la cara. No podía mantenerse en pie ni caminar y dependía de su abuela , que la cuidaba hasta que llegó al centro hace tres años. Para reparar los daños que le había causado la parálisis en los ligamentos de la cadera y la rodilla, fue operada en 2008 en el Hospital General de Bathalapalli .

Galería de imágenes : Visita al centro de la FVF en Kuderu

Como su departamento de Pediatría sólo tenía 15 camas, Anna Ferrer , la viuda del misionero español que continúa su obra, impulsó la construcción de un centro médico infantil que fue inaugurado en agosto de 2010 y ya es el más especializado de Anantapur en neonatología y atención sanitaria a los niños. Una cuestión de vital trascendencia porque, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 5,2 por ciento de los bebés indios muere durante el primer año.

El 5,2 por ciento de los bebés indios muere durante el primer año

Recuperada cierta movilidad tras la intervención quirúrgica, Anuradha se ha sometido a sesiones de fisioterapia y ya puede caminar apoyada sobre un andador e incluso arrodillarse. Aún depende de otras personas para su vida diaria, pero poco a poco va conquistando una mayor autonomía personal y hasta sigue un curso de agricultura ecológica y jardinería en un taller del centro. Cuando aprenda a escribir el alfabeto y los números, sepa distinguir los colores y para qué sirve el dinero, Anuradha estará preparada para valerse por sí misma en un trabajo que la reafirme como persona y la reinserte en su comunidad, donde el valor de cada individuo depende de su contribución al grupo.

Otros niños

También sin llorar y tras un parto prolongado, otra de las causas más comunes de la parálisis cerebral, vino al mundo Manju en 1999. Procedente de otra subcasta baja, los «kuruba», tiene problemas con sus movimientos y se comunica sólo con palabras sueltas o frases cortas . Pero presenta uno de los niveles intelectuales más altos del centro, como acredita el premio al mejor estudiante que recibió hace dos años. Además, tiene madera de líder . Según sus cuidadores, ayuda a otros niños y, junto a las sesiones de fisioterapia y lecciones de habla, está aprendiendo a contar historias para entretener a sus compañeros.

Uno de ellos es Anil Kumar , quien también nació sin llantos en 1999 y sufre una de las formas más graves de parálisis cerebral: una cuadriplejía espástica que le afecta a los brazos y las piernas y lo ha anclado a una silla de ruedas. Al igual que hacían sus padres y abuelos en su casa de Lingadha Hall, a 110 kilómetros de Kuderu, los cuidadores del centro deben lavarlo y necesita atención casi todo el día. Pero, después de cuatro años al amparo de la Fundación Vicente Ferrer, ya es capaz de ponerse de pie brevemente, permanecer sentado y alimentarse por sí mismo con una cuchara y un vaso adaptados.

Superarán la parálisis cerebral que los trajo al mundo sin lágrimas

Son los pequeños grandes triunfos que, muy lentamente, se consiguen gracias a sesiones especiales de potenciación sensorial y de la movilidad. Junto a la operación en las rodillas a la que se sometió hace dos años, dichas sesiones han servido para que Venu Gopal , nacido en el seno de una familia de «intocables» en 2001, pueda caminar erguido sosteniéndose sobre un andador y valiéndose de unas barras correctoras. Un gran progreso porque antes tenía las rodillas constantemente flexionadas por la fuerte contracción muscular.

En el aspecto meramente educativo, Venu Gopal no sólo ha aprendido a comer, vestirse y cepillarse los dientes por sí mismo en el tiempo que lleva en Kuderu, sino que muestra un gran interés por seguir aprendiendo los números, el alfabeto y las clases de jardinería . Cuando sean mayores, los pequeños de Kuderu encarnarán un milagro con nombre propio: el de poder valerse por sí mismos pese a la parálisis cerebral que los trajo al mundo sin derramar una lágrima, pero buscando una sonrisa en la Fundación Vicente Ferrer.

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