francia
Hollande será el candidato presidencial del Partido Socialista
Ha obtenido el 56% de los votos frente al 44% de Martine Aubrey en la segunda vuelta de las primarias
juan pedro quiñonero
Una mayoría de 1,5 millones de simpatizantes socialistas (de un total, aproximadamente, de 2,7 millones) han elegido a François Hollande como candidato del Partido Socialista (PS) a la presidencia de la República, principal rival de Nicolas Sarkozy. Todos los sondeos sugieren que ... Marine Le Pen (extrema derecha) podría ser la temible «árbitro» de unas elecciones presidenciales dominadas por la crisis europea y nacional, y por la amenaza de que las agencias de calificación pudiesen rebajar la buena nota, la triple A, con la que cuenta la deuda francesa.
Antes de conocerse los resultados definitivos, su rival, Martine Aubry, se apresuró a proclamar la victoria de Hollande. Aubry seguirá siendo líder del PS, tras haber denunciado a Hollande como candidato «flojo». Con el 70% de los votos escrutados, Hollande ganaba a Aubry por 13 puntos de diferencia: 56,72% frente al 43,28%.
El PS se congratula del «éxito excepcional» de unas primarias que son una novedad radical en la historia del modelo político francés. Por vez primera, un gran partido ha elegido a su candidato a la jefatura del Estado a través de unas elecciones que han dejado al descubierto la fragmentación cultural del socialismo francés.
Manuel Valls (6 % de votos en la primera vuelta) ha defendido un modelo socialdemócrata muy «liberal». Ségolène Royal (7%) ha apostado por un populismo de izquierdas sin mucho éxito. Arnaud Montebourg (17%) ha revelado la existencia de una corriente anti mundialista en el PS. Martine Aubry (30%) ha denunciado el «socialismo fofo» de Hollande, partidaria de un socialismo «más viril». Hollande, por su parte, ha hecho una campaña de síntesis, intentando superar el enfrentamiento entre partidarios del euro y la UE, y los antimundialistas.
Ante sus rivales socialistas, Hollande ha podido defender una posición «arbitral» y «sensata», convertido en «árbitro» y «federador» de las distintas familias socialistas. Pero ante Marine Le Pen y Nicolas Sarkozy, la campaña de Hollande deberá entrar con mayor precisión ante los grandes debates pendientes: la deuda de Francia (que tiene amenazada su triple A), y la salida de la crisis con el euro amenazado y la UE empantanada.
La amenaza de la deuda
Hollande estima, como Sarkozy, que la deuda es el más urgente de los problemas nacionales. Sarkozy dice apostar por la reducción paulatina del déficit, con recortes que siguen siendo cosméticos. Hollande propone un «aldabonazo» contradictorio. El candidato socialista lanzaría una gran reforma fiscal. Al tiempo que se comprometió a crear entre 60.000 y 70.000 puestos de trabajo en la enseñanza. Sarkozy ha suprimido unos 100.000 puestos de funcionarios durante su mandato. Ese debate entre partidarios y adversarios de la mayor o menor socialización de Francia quizá sea decisivo.
Ante las amenazas que pesan sobre la calificación de la deuda, Hollande guarda un silencio sepulcral. Pero sus promesas de crear nuevos puestos de funcionarios y ofrecer empleos subvencionados a los jóvenes podrían influir en la percepción internacional de la evolución de Francia.
Hollande no podrá eludir el choque frontal contra Le Pen, que considera a Sarkozy y al candidato socialista como «dos rostros de la misma moneda, liberal y europeísta». El candidato deberá comenzar por integrar el programa oficial de su partido en el personal; e incorporar algunas propuestas de sus rivales derrotados para contar con el apoyo firme de las distintas familias socialistas. A corto plazo, Hollande hará un gran discurso, dirigiéndose a toda la opinión pública nacional. Ese mensaje programático lanzará la larga marcha de las presidenciales francesas de finales de abril y primeros de mayo.
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