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Ramón Pérez-Maura

La derrota de Juan Manuel Santos

El domingo se jugó la segunda vuelta del plebiscito de 2016 y el «no» arrolló al «sí»

Ramón Pérez-Maura

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Colombia vivió el domingo una gran jornada electoral en la que triunfó la libertad. Los colombianos a los que Juan Manuel Santos aplicó el principio básico del despotismo ilustrado , «todo para el pueblo, pero sin el pueblo», se rebelaron y derrotaron al candidato al que Santos pidió a su entorno que votara. Los colombianos eligieron a Iván Duque y Marta Lucía Ramírez, los candidatos propuestos por los dos expresidentes a los que Santos odia sin piedad: Álvaro Uribe y Andrés Pastrana. Estos dos presidentes derrotaron a Santos en el plebiscito de 2016 sobre su propuesta de paz y lo volvieron a hacer el domingo con la votación más alta jamás alcanzada por un presidente colombiano. Pero el temor de muchos es que Santos aproveche estos casi dos meses que quedan hasta el traspaso del 7 de agosto para poner alguna última zancadilla a sus rivales políticos. Es difícil saber qué, pero no se puede descartar un uso pervertido de la justicia por parte del ganador de un premio Nobel de la Paz inverosímil. Casi tanto como el de Obama.

En nuestro entorno europeo y, especialmente en España, se ha jaleado enormemente a Santos y su paz con las FARC. Un acuerdo que no contemplaba ni justicia, ni restitución. Cuando fue derrotado en el plebiscito de 2016 muchos buscaron extrañas justificaciones para descalificar el resultado , entre otras la influencia de las comunidades evangélicas en el resultado –como si fueran ciudadanos de segunda clase sin derecho a voto– o el que la victoria del «no» fue por sólo 53.908 votos. El resultado del domingo fue apabullante. La candidatura de los defensores del «no» en el plebiscito arrolló por 2.338.891 votos a la candidatura de los promotores del «sí». Juan Manuel Santos debía de estar en la noche del domingo al borde de un ataque de nervios.

Cuantos han seguido jaleando a Santos en España después de ser derrotado en el plebiscito de 2016 y de hacer caso omiso al resultado electoral y seguir adelante con un proceso que ha limpiado la hoja de vida de los asesinados sin ninguna restitución para las victimas, harían bien en pensar ahora por qué están alineados con lo peor de Colombia, los que siguen promoviendo el discurso del odio como el que pronunció el domingo por la noche el candidato derrotado, Gustavo Petro, que exigió al vencedor ¡que cumpla el programa del perdedor! Y en la mejor tradición de la peor izquierda, la misma noche de las elecciones fueron a manifestarse ante la Casa de Nariño, le sede de la Presidencia, contra el resultado electoral. Vaya visión de la democracia. Y que nadie venga a contar que eso fue resultado de la excitacion del momento, porque en Colombia, entre las 18,00 del sábado y las 6,00 del lunes estaba en vigor la ley seca. Aquella protesta callejera era una pura manifestación de sectarismo antidemocrático.

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