La condena a Sarkozy desgarra a la derecha tradicional francesa

Los Republicanos se debaten entre seguir defendiendo al expresidente o abandonarlo a su suerte

Nicolas Sarkozy, en el tribunal para escuchar su sentencia Efe

La derecha tradicional que encarnan Los Republicanos (LR) se encuentra en una encrucijada histórica tras la condena a tres años de cárcel de Nicolas Sarkozy , culpable según la Justicia de delitos de corrupción y tráfico de influencias. Dirigentes y electores del partido ... deben elegir entre dos decisiones antagónicas: seguir haciendo campaña en defensa de Sarkozy o dejar que la Justicia siga su proceloso curso, abandonando al expresidente a su incierta suerte.

Sarkozy creó personalmente LR el 30 de mayo de 2015 para enterrar el anterior partido del centro-derecha francés, la Unión por un Movimiento Popular (UMP, fundada el 23 de abril de 2002 con José María Aznar como invitado de honor), que había sido la casa común de las diversas familias del centro derecha francés: centristas, nacionalistas, liberales, gaullistas, tradicionalistas, europeístas...

Enterrada la UMP, LR se convirtió en un partido conservador clásico, víctima de los escándalos de sus padres fundadores. Sarkozy ya estaba acorralado por los escándalos hace seis años. François Fillon , futuro candidato de LR a la elección presidencial, terminaría procesado y condenado por corrupción. Alain Juppé , antiguo primer ministro de Jacques Chirac (el primer jefe de Estado condenado por corrupción), también fue condenado por corruptelas diversas.

Sarkozy y la burocracia de LR habían esperado una absolución el lunes pasado. La sentencia del primer escándalo juzgado ha sido atroz: tres años de cárcel, sustituidos provisionalmente por un brazalete electrónico, que el expresidente deberá llevar incluso en el lecho conyugal.

Michel Barnier, negociador europeo del Brexit AFP

Ante el inesperado fallo de la primera sentencia, LR han comenzado por seguir en pie de guerra, apoyando al expresidente condenado, criticando a la Justicia.

Christian Jacob , líder histórico del partido, ha hecho esta declaración: «Apoyo indefectible para Nicolas Sarkozy. La severidad de la pena es absolutamente desproporcionada y reveladora del acoso judicial protagonizado por una institución muy contestada. Deberá hacerse toda la luz sobre los métodos e independencia de la justicia». Defensa temeraria de un expresidente citado en una decena de escándalos por instruir o en curso de instrucción . Defensa propiciada por el propio Sarkozy, diciéndose víctima de una persecución judicial que ha terminado con una primera sentencia.

Valérie Pécresse , candidata a la candidatura conservadora en la elección presidencial, ha hecho una defensa mucho más matizada del exmandatario condenado: «Confirmo con firmeza mi respeto y consideración para nuestro expresidente. Todo deberá hacerse para que Sarkozy pueda lavar su honor, cuando se haga toda la verdad en un nuevo proceso, en segunda instancia».

La tentación de Le Pen

Entre la defensa indefectible de los conservadores próximos a Sarkozy y la esperanza de un nuevo proceso, en segunda instancia, el centro y la derecha, política y electoral, se encuentran en una encrucijada histórica.

En el campo de batalla electoral, el electorado conservador puro y duro siente la tentación palmaria de inclinarse hacia Marine Le Pen , presidenta de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha). Por el contrario, el electorado católico, moderado, centrista y liberal se inclina desde hace tres años por Emmanuel Macron En el terreno movedizo de las burocracias políticas, las distintas familias del conservadurismo francés oscilan entre la aventura y el orden.

Valérie Pécresse (53 años) y Xavier Bertrand (56 años), que optan a la candidatura presidencial, necesitan del apoyo de la burocracia interna de Los Republicanos, corriendo el riesgo de varias guerras fratricidas. Organizar unas elecciones primarias atizaría rivalidades internas. Presentar candidaturas al margen del partido sería suicida.

Quedan otras alternativas… El modelo político francés permite a un hombre solo, al frente de un pequeño partido, conquistar la jefatura del Estado. Valery Giscard d’Estaing , en 1974, y Emmanuel Macron , en 2017, hicieron esa aventurada apuesta. Y la ganaron.

A corto plazo, Nicolas Sarkozy volverá a sentarse en el banquillo de los acusados de los tribunales de justicia en varias ocasiones a lo largo de las próximas semanas y meses. Embarcarse en su defensa o condena es un riesgo político suicida e inútil. Los Republicanos corren el riesgo de pagar un precio muy alto por su defensa permanente de un personaje condenado por corrupción. La Justicia seguirá su curso, imprevisible. Dos personalidades conservadoras que pudieran convertirse en hombres providenciales, llegado su momento, dentro de unos meses, guardan un silencio significativo: el excomisario europeo Michel Barnier y el ex primer ministro con Macron Édouard Philippe .

Silencio sepulcral

Michel Barnier (71 años), excomisario europeo, tiene un pedigrí conservador intachable. Fue ministro conservador de presidentes conservadores (Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy). Pertenece a las familias del conservadurismo social. Conoce y está familiarizado con la Francia agraria, popular, conservadora. Tiene una experiencia internacional única. Y espera contar con los apoyos necesarios para embarcarse en la larga marcha de la aventura presidencial. Callando sus intenciones, esperando que remita la tormenta Sarkozy.

Édouard Philippe (50 años) fue primer ministro de Emmanuel Macron durante tres años (2017-2020). Tiene una biografía conservadora muy sólida, como hombre de confianza de Alain Juppé , antiguo primer ministro conservador. Como alcalde del puerto del Havre, ha cultivado su imagen de conservador moderado (amigo de Macron) y europeo.

El ex primer ministro francés Édouard Philippe AFP

Barnier y Philippe son conocedores eméritos del conservadurismo francés, en cuyas fuentes bautismales se iniciaron en la guerra política sin cuartel. Ambos conocen a todos los personajes centrales del drama político en curso. De ahí su silencio sepulcral: tomar partido a favor o en contra de Sarkozy tendría un costo político imprevisible.

En el modelo presidencial francés, el ganador en la segunda vuelta debe contar con todos los votos de su bando; y algunos votos del bando contrario, para llegar a conseguir el 51% imprescindible para ganar en el esprint final.

Barnier y Philippe no ganarían ningún apoyo ni ningún elector tomando partido por o contra Sarkozy. Su silencio les permite cultivar el arte de la prudencia , imprescindible para no caer en la trampa mortal que los escándalos de Nicolas Sarkozy tiende a la derecha histórica.

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