La caída de Limán pone en bandeja a Moscú la provincia de Donetsk

Ayer, Zhuravliov ya estaba en la ciudad de Dnipro, signo de la escasa esperanza de las autoridades de mantener una ciudad clave para el Donbass por su proximidad a Slaviansk, a sólo 10 kilómetros y a su vez puerta a Kramatorsk, capital administrativa de Donetsk y cuyo control terminaría de completar el dominio ruso sobre la provincia oriental ucraniana.

«La ciudad sigue siendo bombardeada. El sector norte fue ocupado el jueves y con el sector sur hemos perdido comunicación, así que no podemos confirmar que haya caído por completo. Aún quedan entre 7.600 y 8.000 personas que no pueden ser evacuadas por la intensidad de los bombardeos. Desde hace dos días, la ruta de evacuación permanece cerrada porque es intransitable», explicaba por teléfono el alcalde, que estimaba que Limán ha quedado destruida «casi por completo». «Los hospitales son inutilizables y los doctores huyeron. Los heridos han sido evacuados en ambulancias a ciudades situadas fuera del Donbass pero no sabemos qué ha pasado con los residentes de los barrios norteños». El alcalde había contabilizado, a 24 de mayo, 82 fallecidos en su ciudad pero advierte que «hay cadáveres bajo los escombros que no se han podido recuperar».

«Cuando nos fuimos de allí, llevábamos dos días sin dormir», explica llorando Nadieshda, de 41 años, que ha buscado cobijo en Kramatorsk junto a su madre, Luba, su hija Sabrina y un vecino de 18 años, Maxim, cuyo padre está en el frente y cuya madre está siendo operada en Alemania. «El 14 de mayo bombardearon nuestro barrio. La metralla salpicó mi jardín, y en el salón de mi vecino se incrustó un proyectil de dos metros que de milagro no explotó. Llamamos a la policía para que lo desactivara, pero nos dijeron que no había nadie disponible para hacerlo en medio de una guerra». Las mujeres y el chico describen la ciudad como un infierno. «Está completamente dañada, como Mariúpol, el centro ya no existe y muchos edificios estaban en llamas cuando huímos», hace dos semanas. «La luz, el agua y el gas desaparecieron el 26 de abril, cocinábamos con la comida que habíamos almacenado quemando leña. Un día, salimos a por troncos y escuchamos un dron; al poco bombardearon tan cerca que he perdido la audición del lado izquierdo», prosigue Nadieshda temblando.

Consumada la ocupación de Limán, el siguiente paso para las tropas rusas es avanzar hacia Slaviansk, arrasando a su paso con otras localidades como Roigoronok, situada entre Limán y Slaviansk, de donde Sveta, de 30 años, su madre y sus hijos huyeron ayer a bordo de un autobús de evacuación. «No queríamos irnos pero hace dos días, cuando el colegio de los niños voló por los aires tras una explosión, decidí que no podíamos aguantar más», explica la mujer. «Llevamos dos meses viviendo escondidos por las bombas, y las cosas se están poniendo peor. Esta situación está traumatizando a mis hijos».

La implacable ofensiva de Moscú avanza más rápido de lo que admite Kiev: en el vecino Lugansk , la ciudad de Severodonetsk ha sido casi completamente rodeada y uno de los puentes que la unen a Lisichansk fue bombardeado ayer. Los habitantes de Slaviansk son conscientes de que tras la caída de Limán, su ciudad queda ahora al alcance incluso de la artillería rusa de corta distancia, que podría comenzar a batir la localidad de forma más intensa que la actual. Oficiales ucranianos aseguraron a este diario que fuerzas especiales rusas habían participado en la toma de la localidad, una presencia que podría mantenerse ante la importancia estratégica de Slaviansk y Kramatorsk.

Ayer, el Ejército ucraniano se replegó a Slaviansk y, según algunas fuentes, los puentes que comunican esta ciudad con Limán fueron volados para dificultar el avance ruso, algo que ya había avanzado que ocurriría el alcalde de Kramatorsk, Oleksander Goncharenko, a ABC. El portavoz del Ministerio de Defensa ucraniano, Oleksandr Motuzyanyk, adelantó que las tropas rusas podrían desplegar vehículos de apoyo BMTP-72 apodados Terminator, un sofisticado carro de combate capaz de destruir tanques y helicópteros, algo difícil de frenar. Pese a que los ucranianos refuerzan las defensas de Kramatorsk y Slaviansk con profundas trincheras en torno a los perímetros urbanos, nuevos obstáculos y con posiciones de artillería escondidas en los bosques, existe la sensación generalizada de que el avance ruso es imparable. Ayer por la noche, las explosiones retumbaban en Kramatorsk más cercanas que nunca. «Muchos en la ciudad preferirían que las autoridades pactaran con los rusos para evitar más derramamiento de sangre», confiaba una residente que prefería no ser identificada. «El precio a pagar por mantener el Donbass bajo el control de Ucrania es demasiado alto».