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Caos en el metro de Roma por una huelga encubierta de maquinistas

Ignazio Marino, alcalde de Roma, ha achacado el servicio ralentizado o suspendido del metro a una interrupción fraudulenta

efe

Largas esperas, trenes sin aire acondicionado y servicio ralentizado o interrumpido son algunas de las situaciones que se viven hoy en el metro de Roma y que el alcalde, Ignazio Marino, ha achacado a una huelga encubierta de maquinistas.

Esta situación ha causado una gran polémica en la capital, y los medios locales han difundido hoy imágenes que muestran a cientos de usuarios esperando en los andenes de las principales estaciones del metro de la capital.

El mal funcionamiento de los transportes urbanos de Roma se ha visto acrecentado en los últimos días, a pesar de que los retrasos son frecuentes habitualmente, y varios tramos del metro han tenido que ser suspendidos y sustituidos por autobuses.

Además, una serie de incidencias produjeron la ralentización de la línea A y B, las dos que cruzan la ciudad, y en los convoyes no se encendió el aire acondicionado a pesar del intenso calor que se vive en Roma y que se incrementa en sus subterráneos.

Ignazio Marino, el alcalde, se ha mostrado muy crítico con esta situación y ha responsabilizado de la misma a los maquinistas, que a su juicio protagonizan una protesta encubierta, una «huelga blanca».

«Se está produciendo un servicio muy decadente en nuestro metro que ha dañado la vida de los romanos y de los numerosos turistas que visitan nuestra bella ciudad. Temo que se trate de comportamientos individuales de algunos maquinistas», señaló el regidor en un vídeo que publicó en su perfil de Facebook.

Los medios locales informan de un conflicto entre los trabajadores del metro y el ente que gestiona el transporte público de la capital, el Atac, que aspira a aumentar la productividad.

El Atac aboga en concreto por un aumento de las horas de trabajo para los maquinistas, que su salario complementario vaya en relación a la productividad y que fichen a la entrada y a la salida de su turno laboral.

Marino defendió: «Tenemos derecho a contar con tres líneas de metro que funcionen como la de una capital de un país del G7», y calificó de inaceptable que los maquinistas romanos conduzcan menos horas que los del resto de grandes ciudades del país.

En este sentido, concretó que en Milán (norte) conducen 1.100 horas al año, en Nápoles (sur) 950 y en Roma «solo poco más de 700 horas», algo que advirtió, «cambiará por el interés de la ciudad».

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