El presidente de Kenia niega que las últimas matanzas en la costa fueran cometidas por Al Shabab
La milicia islamista reivindica, no obstante, la autoría de unos ataques que han acabado con la vida de al menos 60 personas
EDUARDO S. MOLANO
Vuelta de tuerca a los ataques protagonizados por presuntos simpatizantes islamistas en la costa de Kenia. Horas después de que al menos 60 personas perdieran la vida en dos matanzas reivindicadas por la milicia de Al Shabab, el presidente del país, Uhuru Kenyatta, negaba la ... participación del grupo armado en los asedios y aseguraba que la motivación de la violencia es «política» y «étnica»
El mandatario rebatía así las palabras de la cúpula de Al Shabab, quien había advertido que las muertes eran una represalia por la intervención del Ejército de Kenia en territorio somalí.
«Nuestras operaciones en Kenia continuarán», aseguraba Abdulaziz Abu Musab, portavoz militar del grupo armado, quien cifró el número de muertos del último ataque, en la madrugada del lunes al martes, en cerca de una veintena. Sin embargo, tanto la Policía local, como la Cruz Roja, reducían ese número a diez.
La carnicería se producía cuando la región aún no se ha recuperado de la muerte de 49 personas en la ciudad de Mpeketoni durante la noche del domingo al lunes. Entonces, hombres fuertemente armados (quienes habían robado previamente una furgoneta) lanzaron tres explosivos en una comisaría local y comenzaban el asedio.
Pocas horas después, llegaba la reivindicación de Al Shabab. No obstante, la sorpresa se producía con las palabras este martes de Kenyatta quien, «curiosamente», se enfrenta a un proceso en el Tribunal Penal Internacional por crímenes contra la humanidad, tras ser acusado de subvencionar a las turbas que provocaron incidentes durante la campaña de 2007-2008, así como de orquestar los ataques que tuvieron lugar en el Valle del Rift, una de las regiones más conflictivas del país. En aquel momento, más de 1.300 personas perdieron la vida y miles fueron desplazadas de sus hogares.
Ola de ataques
En octubre de 2011, tropas del Ejército de Kenia se adentraban en Somalia, como medida de castigo a los secuestros de extranjeros protagonizados en la frontera.
En respuesta, Sheikh Ali Rage, portavoz y número dos de la milicia islamista de Al Shabab, advirtió de que Kenia debería «afrontar las consecuencias» por haber «comenzado la guerra» con el despliegue de sus tropas en territorio somalí.
Desde entonces, las operaciones a ambos lados de la frontera se suceden.
En septiembre, un ataque al centro comercial Westgate de la capital de Kenia, Nairobi, por presuntos simpatizantes de la milicia somalí se cobraba la vida de al menos 72 personas, entre ellas 5 terroristas.
Días después, a comienzos de octubre, miembros del Seal team six, la misma unidad que acabó con la vida de Osama Bin Laden en 2011, llevaban a cabo una operación en la ciudad sureña de Barawe. El objetivo era el arresto de Abdikadar Mohamed Abdikadar «Ikrima», un ciudadano de origen keniano también ligado a los atentados de 1998 y quien ya había sobrevivido a un ataque con «drone» (avión no tripulado) hace dos años.
Sin embargo, tras 15-20 minutos de tiroteos el operativo tuvo que ser «abortado». Precisamente, que la misión fuera de arresto/secuestro del objetivo demuestra las peculiaridades del «trabajo» (la propia Al Shabab asegura que entre los asaltantes se encontraban fuerzas especiales de Turquía y Reino Unido).
Ya en septiembre de 2009, Saleh Ali Saleh Nabhan -acusado de ser el responsable del atentado simultáneo, cometido en 2002, contra un hotel y un avión israelí que despegaba del aeropuerto de Mombasa- falleció en un bombardeo en la misma ciudad de Barawe. Un ataque en el que participaron al menos seis helicópteros de la fuerza aérea estadounidense.
No obstante, en este caso, el objetivo era más valioso vivo que muerto, por lo que su ligación se presenta más concreta a su papel pasado con Al Qaida, que presente en Al Shabab.
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