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Las FARC, la guerrilla más vieja del mundo, renuncian a su principal fuente de financiación

Su anuncio de abandonar el narcotráfico supone no solo un probable impulso a Santos en las elecciones sino una prueba más de su decadencia como «guerrilla híbrida»

Las FARC, la guerrilla más vieja del mundo, renuncian a su principal fuente de financiación afp

f. j. calero

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han decidido romper cualquier vínculo con el narcotráfico . El anuncio ha venido apenas una semana antes de las elecciones presidenciales en Colombia; que se prevén muy igualadas, entre Juan Manuel Santos, actual presidente, y Óscar Zuluaga, candidato de Álvaro Uribe, presidente del país durante ocho años. Justo también cuando la actualidad colombiana se ha visto salpicada por las acusaciones de que el narco ha podido financiar la campaña presidencial de Santos en 2010.

El compromiso de las FARC ha sido anunciado como parte del «acuerdo sobre drogas ilícitas» alcanzado en La Habana entre los negociadores del Gobierno colombiano y de la guerrilla en el proceso de diálogo iniciado en 2012.

Las FARC son consideradas como la banda terrorista más vieja del mundo. Fundada en 1964 por Manuel Marulanda («Tirofijo»), el papel de la guerrilla ha marcado a sangre y fuego la política nacional. Ha sido símbolo del conocido como «Narcoterrorismo» «debido a que este fue el primer grupo armado ilegal que comenzó a financiar la guerra irregular y el terrorismo con dinero obtenido del narcotráfico», según reflexiona el coronel retirado del Ejército colombiano, Luis Alberto Villamarín. Es autor del libro «Narcoterrorismo, la guerra del nuevo siglo».

En su obra, asegura que ha sido este nuevo siglo el que ha introducido esta modalidad de guerra estructurada. Sería esta la tercera fase de la expansión del terror. Primero se propagaron las bandas financiadas por el Estado durante la Guerra Fría. Después vino la privatización del terrorismo en las décadas de los setenta y los ochenta, cuando ETA, Baader-Meinhof, IRA y OLP (Organización para la Liberación de Palestina) se financiaron solos. Y por último se produjo la expansión del capitalismo occidental y con ello la economía del terrorismo.

Representante de la «guerra híbrida»

Las FARC, también, constituyen una de las principales marcas de la llamada «guerra híbrida», cuya premisa básica es que en las confrontaciones no siempre pierde el más débil, sino aquel que desconoce más la táctica del enemigo. Ha sido Frank Hoffman, investigador de la National Defense University —institución de educación mayor del Departamento de Defensa de EE.UU—, el padre de esta idea. Sostiene que «las doctrinas militares convencionales del Siglo XX dirigidas contra Estados nación y ejércitos tradicionales están efectivamente muertas».

El cambio de guerrilla convencional a lo que es hoy se produce en los años ochenta cuando el narcotráfico aparece como forma de financiación. «Y como un nuevo y grave ingrediente para la guerra que allí se desarrolla, (siembra, procesamiento y comercialización de la cocaína y heroína) inicialmente liderado por los llamados «carteles de la droga» que no tenían relación con los grupos subversivos», asegura Carlos Trujillo Fernández, investigador de la UNED en su publicación «Conexión entre narcotráfico y terrorismo».

«Lo más importante para Iberoamérica»

José Mujica, presidente de Uruguay y uno de los fundadores de la guerrilla Tupamaros (entre 1960 y 1970), dice que «lo más importante que está pasando en el subcontinente es la tentativa de construir la paz en Colombia». El analista político Guillermo Pérez Flórez escribe en la revista Política Exterior que el conflicto colombiano refleja el choque entre dos mundos: el urbano de las clases dirigentes y el rural existente en casi todo el territorio, donde vive una mayoría pobre.

Para mejorar la democracia en el país, el Gobierno colombiano ha dedicado impresionantes cifras de su presupuesto. En 2014, cerca de 11.300 millones de dólares de Defensa, de los 13.500 de la partida total del ministerio. Además, añade Pérez Flórez, «se lleva la parte más grande del presupuesto general (17,9%)». En la última década, el conflicto ha supuesto un gasto de 115.000 millones.

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