entrevista a mbarka bouaida, viceministra de exteriores marroquí
«Los extranjeros que combaten en Siria son un problema sin control que nos afecta a todos»
Rabat se lamenta de la «falta de coherencia» de los insurgentes que tratan de acabar con el régimen de Assad
luis de vega
Marruecos reconoce que es un problema «fuera de control» la creciente presencia de cientos de ciudadanos extranjeros entre los grupos más radicales de la oposición que trata de derrocar al presidente de Siria, Bashar Al Assad, cuando van a cumplirse tres años de guerra con ... más de 130.000 muertos y 6,5 millones de desplazados. «Pensamos que iba a haber una oposición más coherente, pero desgraciadamente no la hay», afirma la ministra delegada para Asuntos Exteriores del reino alauí, Mbarka Bouaida, en una entrevista con ABC en su primera visita a Madrid desde que ocupó este cargo el pasado octubre.
Esa radicalización de importantes sectores de la oposición sirve de balón de oxígeno al régimen y dificulta una salida sin él, como se ha visto en las recientes reuniones de Ginebra. «Assad está presente y hay que buscar una solución con él o un acuerdo de la oposición con él. Apoyaremos un Gobierno de transición, aunque de momento no va a llegar», añade.
Rabat es de los que apoyó desde el principio al bando insurgente pero ve ahora cómo en ese bando hay grupos que representan a Al Qaida en Siria y que han abierto las puertas a yihadistas extranjeros. «Es un fenómeno internacional. Hay marroquíes pero también franceses, españoles... Es un problema que nos toca a todos», explica, aunque la prioridad ahora es «el drama humanitario».
«Tratamos de controlar que no haya más marroquíes que se vayan al otro lado y que no vuelvan a su país con malas intenciones. Eso para mí entra dentro de la lucha contra el terrorismo. Es un fenómeno que nadie controla». Varios españoles de Ceuta se encuentran también combatiendo en Siria y Madrid comparte con Rabat el miedo sobre las intenciones que tengan a su regreso, aunque algunos ya no lo harán porque han muerto.
Un conflicto congelado
El viaje de la ministra se produce menos de una semana después de haberse reunido en Rabat con Christopher Ross, enviado de la ONU para el conflicto del Sahara Occidental, la ex colonia española que ocupa Marruecos desde 1975. El diplomático norteamericano acelera el ritmo de sus giras por la región sin que, aparentemente, se vean avances. Rabat reconoce que «a corto plazo no» va a compartir mesa de negociaciones con el Frente Polisario, según Bouaida.
Y no parece que vayan a ayudar lo más mínimo los últimos desencuentros entre Marruecos y Argelia, aliado tradicional de los independentistas saharauis. «Desgraciadamente hay tensión en las relaciones», dice la ministra al tiempo que reconoce que el «futuro regional» depende de ambos. «No nos han gustado las declaraciones que han hecho sobre el Sahara» y «llamamos a la neutralidad por parte de Argelia». Descarta en todo caso que Rabat tenga en mente, como se publicó a finales de 2013, levantar en algunos tramos de la frontera con Argelia un vallado similar al que hay en los perímetros de Ceuta y Melilla.
Mohamed VI recibe a los independentistas
Sorprende sin embargo que en el juego de intereses regionales ampliado especialmente en los dos últimos años por la guerra en Malí, el rey Mohamed VI haya recibido en los últimos días a una delegación de los independentistas tuareg del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA), enfrentado al Gobierno de Bamako. Rabat aplaudió desde el principio la operación militar Serval que encabezó hace un año Francia para frenar a los grupos armados, entre ellos el MNLA, que se habían sublevado en el norte de Malí. «El rey de Marruecos tiene una relación peculiar y fuerte con el pueblo de Malí» y «los recibió con gusto en su papel de mediador para fomentar el diálogo entre las dos partes», señala la ministra.
El gesto ha sido interpretado en algunos medios como un intento por parte del soberano de ganar terreno frente a la diplomacia argelina en el Sahel. «No tenemos intención de competir con nadie pero sí de estar más presentes en África», zanja Bouaida.
Marruecos, tocado solo re refilón por los movimientos que dieron lugar a la Primavera Árabe hace tres años, sigue de cerca la evolución de sus vecinos. Fue en medio de esos cambios cuando los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) ganaron por vez primera las elecciones en 2011 y desde entonces lideran el Gobierno con Abdelilah Benkirán. Mohamed VI defiende sin embargo el golpe dado por los militares el pasado verano en Egipto para arrebatar el poder a los islamistas de los Hermanos Musulmanes. Rabat, siguiendo las directrices del monarca, se ha alineado con el general Abdelfatah Sisi dando la espalda al depuesto presidente Mohamed Mursi, aliado espiritual del PJD, que gobierna en coalición con otros tres partidos, entre ellos el liberal RNI de Mbarka Bouaida, una de las seis mujeres del renovado Ejecutivo presentado por Mohamed VI hace cuatro meses.
«Sisi respondió al llamamiento de su pueblo», opina la ministra delegada de Exteriores, que no entiende que en Egipto hubiera un golpe de Estado sino otra «revolución popular» como la que acabó con Hosni Mubarak en 2011.
«Los extranjeros que combaten en Siria son un problema sin control que nos afecta a todos»
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