Singapur, la difícil coexistencia de rascacielos y la selva

La ciudad se urbaniza a marchas forzadas en mitad de un entorno selvático que provoca la proliferación de especies salvajes en zonas pobladas.

Singapur, la difícil coexistencia de rascacielos y la selva abc

Carmen Calvo

Cuenta una leyenda urbana que el último tigre de Singapur fue abatido debajo de la mesa de billar del Hotel Raffles hace casi un siglo, sin embargo, la urbanización del territorio selvático no ha conseguido acabar con otras especies animales como cobras, pitones, cocodrilos o ... monos, que se han adaptado, con ciertas dificultades de convivencia, a la jungla de cemento.

Hace apenas una semana, un grupo de niños de siete años encontró, durante una excursión al parque nacional Sunei Buloh, un cocodrilo de tres metros de largo en medio de un sendero, lo que provocó la inmediata cancelación de la visita y la preocupación de las autoridades, ya que esta reserva natural es visitada anualmente por unas 100.000 personas, la mayoría escolares. El cocodrilo de agua salada es el reptil más grande del mundo y uno de los más peligrosos. Según algunos expertos, su presencia se debe a la urbanización de ciertas áreas de la vecina Malasia , donde tenía su hábitat, lo que ha obligado a esta especie a desplazarse a Singapur, ya que existe una mejor protección de la naturaleza.

Los monos entran en casas y roban comida

Si bien pitones y cobras aparecen con cierta regularidad en jardines de casas unifamiliares, el gran problema al que se enfrenta el gobierno de Singapur en relación con los animales salvajes es el de los monos, pues se calcula que hay cerca de 3.000, especialmente en barrios próximos a la jungla como Bukit Timah y Upper Thomson. Las autoridades reciben unas 200 quejas al mes de vecinos que los encuentran, en ocasiones, encima de los coches o dentro de las casas, en las que roban comida y atacan a niños y perros. Estos incidentes se incrementan cada año a medida que Singapur aumenta su densidad de población , ya que muchos proyectos urbanísticos invaden los espacios naturales.

La sociedad se debate entre sacrificar a los animales o tomar otro tipo de medidas como plantar más árboles frutales dentro de las reservas, utilizar contenedores de basura difíciles de abrir y educar a la población para que no alimente a los macacos. «El problema no es el número de monos, sino la facilidad con la que encuentran comida en las zonas residenciales», dice Louis Ng, director de ACRES, una organización que trata de rescatar a los monos que entran en las casas y educar a los singapurenses.

En la primera mitad de este año, el Departamento de Agricultura y Veterinaria de Singapur sacrificó a unos 300 animales, lo que provoca la indignación de numerosas organizaciones de defensa de los animales y de activistas. Según Tony O’Dempsey, miembro de la Nature Society .«Si decides vivir en un área cercana a la selva, tienes que habituarte a estas cosas. El gobierno no puede ser responsable si los vecinos no toman las precauciones adecuadas».

En apenas 30 años, Singapur ha duplicado su población, casi 5 millones y medio de habitantes en la actualidad, y se ha convertido en el centro financiero y comercial más importante de Asia, pero la gran urbe no ha podido todavía con la fuerza de la selva.

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