La piñata tribal del conflicto de Darfur continúa cobrándose víctimas
Al menos un centenar de personas han fallecido en las últimas horas en esta región de Sudán azuzada por el Gobierno
EDUARDO S. MOLANO
Desde el pasado fin de semana, al menos un centenar de personas han perdido la vida en la región sudanesa de Darfur en los enfrentamientos entre las tribus misseriya y salamat. De igual modo, un número indeterminado de soldados chadianos (quienes patrullan la frontera de ... mano del Gobierno de Jartum) fallecieron en los combates.
Ya a comienzos de mes, dos de los principales grupos rebeldes que operan en esta conflictiva región -el Movimiento Justicia e Igualdad (JEM) y la facción del Ejército de Liberación de Sudán liderada por Minni Minnawi (SLM-MM)- acusaban al presidente de Chad, Idriss Deby, de «entrometerse en los asuntos de Darfur».
Mientras, y al margen de los intereses cruzados, el conflicto continúa con su particular sangría humana: Solo en lo que va de año, cerca de 460.000 personas han sido desplazadas como resultado de la violencia tribal.
Precisamente, este año se cumplía una década del inicio de la llamada «guerra de Darfur», en la que grupos, en su mayoría no árabes, se alzaron en armas contra Jartum (el 26 de febrero de 2003, el Frente de Liberación de Sudán atacaba la ciudad de Golo, para la gran mayoría de analistas, el punto inicial del conflicto).
Diez años que tan solo han servido para cobrarse decenas de miles de vidas y para que el presidente sudanés, Omar al Bashir, disponga de una orden de busca y captura por el Tribunal Penal de la Haya por los crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos en la región.
Sin embargo, a mediados de 2009, el descenso de los enfrentamientos motivó que el comandante saliente de la operación híbrida de la Unión Africana y Naciones Unidas en la región (UNAMID), Martin Luther Agwai, anunciara que Darfur ya no se encontraba en estado de guerra y que el conflicto había finalizado.
Pese a ello, solo unos meses después, Ahmed Hussein Adam, portavoz del grupo rebelde Movimiento Justicia e Igualdad (JEM), denunciaba a ABC que cualquier tipo de colaboración con el Gobierno local, presente o futura, era «inviable», por lo que esta milicia armado solo cesaría en su lucha «con la muerte del dictador Bashir».
Milicias financiadas
Y la mecánica del conflicto, lo cierto, no ha cambiado demasiado hace más de una década. En marzo pasado, por ejemplo, más de un medio millar de personas perdían la vida en los enfrentamientos entre dos tribus rivales (presuntamente, armadas por el Gobierno de Jartum) de la la zona de El Sireaf (norte de Darfur).
Entonces, milicianos de la tribu de rizeigat se enfrentaron a grupos árabes ligados a la etnia Bani Hussein por el control de una mina de oro. «Llegaron en vehículos oficiales y contaban con equipamiento del Ejército de Sudán. El Gobierno es el responsable de lo que está ocurriendo», aseveró entonces Mohammed Aissa Aliu, líder comunitario.
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