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Drones, el arma favorita de Estados Unidos también en Somalia

El «éxito» de las operaciones con aviones no tripulados contra objetivos islamistas infravalora las bajas civiles

Drones, el arma favorita de Estados Unidos también en Somalia afp

EDUARDO S. MOLANO

A comienzos de semana, un ataque en Somalia de un avión no tripulado («dron») estadounidense acababa con la vida de dos altos mandos de la milicia islamista de Al Shabab . Entre ellos se encontraba Ibrahim Ali , considerado el principal experto en explosivos del grupo radical.

La acción armada tuvo lugar en las afueras de la ciudad de Jilib, en la región de Middle Jubba, cuando el vehículo en el que viajaban los dos presuntos terroristas fue alcanzado por un misil.

El «éxito» de este operativo contrasta, no obstante, con la más reciente misión terrestre lanzada en el país africano. A principios de mes, miembros del Seal Team Six, la misma unidad que acabó con la vida de Osama bin Laden en 2011, asediaban la ciudad sureña de Barawe . Entonces, el objetivo era el arresto de Abdikadar Mohamed Abdikadar «Ikrima» .

Sin embargo, después de 15-20 minutos de tiroteos, el operativo tuvo que ser «abortado». El hecho de que la misión fuera terrestre demuestra las peculiaridades del «trabajo» y el doble rasero de los objetivos.

Ya en septiembre de 2009, otro de los hombres fuertes del yihadismo local, Saleh Ali Saleh Nabhan -acusado de ser el responsable del atentado simultáneo, cometido en 2002, contra un hotel y un avión israelí que despegaba del aeropuerto de Mombasa-, murió en un bombardeo en la misma ciudad de Barawe. Un ataque en el que participaron al menos seis helicópteros de la fuerza aérea estadounidense.

¿Y las bajas civiles?

Como asegura la organización británica «The Bureau of Investigative Journalism», solo en el periodo 2007-2013 se han registrado en Somalia al menos tres ataques con aviones no tripulados estadounidenses ( nueve, en los análisis más pesimistas ) a los que se unen otras operaciones encubiertas (entre 7 y 14) ¿Su resultado? Decenas de civiles muertos (entre 11 y 60, dependiendo de las fuentes, entre ellos tres menores de edad, aunque el número total de víctimas mortales se acerca a las 170).

En este sentido, especialmente significativos son los dos ataques en cadena llevados a cabo el 23 de junio de 2011 en varias localidades al sur del país africano. En el primero de ellos, un «zángano» golpeaba un campo de entrenamiento terrorista a diez kilómetros de Kismayo (por entonces, nido de la serpiente islamista), mientras que el segundo tenía como objetivo el aeropuerto de esta misma ciudad.

Los blancos humanos de ambos ataques eran militantes del Al Shabab de alto rango (tales como Ibrahim al Afgani) que, según el Gobierno de Somalia, planeaban un atentado inminente en Reino Unido. Sin embargo, la propia milicia aseguró posteriormente en un comunicado que al menos una decena de civiles murieron también en la acción armada.

No quedó en un simple y desgraciado error. Solo unos meses después, el 6 de octubre de ese mismo año, cuatro nuevos civiles eran asesinados en otro ataque fallido , en este caso en el distrito de Dhobley.

A mediados de 2012, un estudio de Naciones Unidas denunciaba varios incidentes protagonizados por estos «zánganos» en los últimos tiempos: desde colisiones en campos de refugiados a vuelos rasantes frente a depósitos de combustible, pasando por choques evitados en el último momento con aviones comerciales en la capital del país, Mogadiscio.

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