El ataque a Siria divide al Parlamento francés

A la espera de la evolución diplomática de la crisis, en Washington y varias capitales europeas, Jean-Marc Ayrault, primer ministro , jefe de Gobierno, intentó este miércoles justificar y razonar el proyecto gubernamental ante una Asamblea Nacional muy divida y enfrentada.

Hollande había deseado un debate parlamentario, sin voto, previo a la posible intervención militar, con el fin de intentar «seducir» al Parlamento y la opinión pública. Su jefe de Gobierno pidió el apoyo parlamentario por estas razones: «Por supuesto, deseamos que Bashar al-Asad se vaya. No se trata de lanzar operaciones destinadas a destruir el régimen sirio. Las operaciones militar deben estar destinadas a facilitar una solución política. Nuestro apoyo a la rebelión es muy sólido y puede crecer».

A juicio de Hollande, «no intervenir sería una catástrofe, sería dar carta blanca al uso de armas químicas contra poblaciones civiles: es nuestro deber dar una respuesta sólida, favoreciendo una solución política. El presidente francés y su Gobierno trabajan en varios frentes diplomáticos, intentando conseguir apoyos de distinta naturaleza, con el fin de intentar formar «una coalición lo más grande posible».

La Constitución de la V República permite al jefe del Estado lanzar operaciones militares en el extranjero , sin consulta parlamentaria. Hollande, sin embargo, ha decidido abrir el debate parlamentario, primero, dejando abierta la posibilidad de un voto, más tarde. Personalidades conservadoras como Edouard Balladur apoyan a Hollande, en ese punto.

Voto unánime

En su momento, Hollande podrá contar con el voto casi unánime de su mayoría parlamentaria socialista . Pero ese voto socialista favorable a la intervención militar es el reflejo de una gran soledad política. La opinión pública está masivamente en contra de la intervención. Durante el debate parlamentario, el PCF, el Frente de izquierdas, los ecologistas, la Unión por un movimiento popular (UMP, el partido de Sarkozy) y el Frente Nacional (FN, extrema derecha), continúan rechazando ninguna intervención francesa, sin un mandato expreso de Naciones Unidas.

Esa fragmentación política confiere al proyecto de intervención una dimensión inflamable.