El Gobierno egipcio eleva la cifra de muertos a 638 personas

El balance del grupo islamista supera con creces al proporcionado por el Gobierno. "El número de muertos supera los 4.500. El recuento y la identificación todavía continúan en tres mezquitas, tres hospitales y dos morgues", afirmó el portavoz de Hermanos Musulmanes Gehad El Haddad, a través de su cuenta oficial en la red social Twitter. Además, el portavoz de Hermanos Musulmanes detalló que, del total, más de un millar de personas han perdido la vida en los disturbios que han tenido lugar fuera de El Cairo.

Ante esta situación, el Gobierno egipcio, que prolongó ayer por otros 30 días el arresto de Mursi, decretó el estado de emergencia nacional y un toque de queda regional. Además cerró de forma indefinida el paso de Rafah, fronterizo con la franja de Gaza. El toque de queda y el amplio despliegue de las fuerzas de seguridad mantuvieron a duras penas el orden en una noche, que como la anterior, que no ha estado exenta de incidentes en varias zonas. Las calma relativa que reinaba a primera hora del día en las calles de Egipto se perdió tras los choques entre partidarios y opositores de Mursi durante las protestas de los islamistas en la ciudad de Alejandría, en el norte de Egipto. Los enfrentamientos comenzaron en el barrio de Victoria, hacia donde se dirigió una marcha organizada por los Hermanos Musulmanes desde la mezquita del distrito de Sidi Bishr, después del rezo del mediodía.

Tarde funerales y más violencia

A lo largo de la tarde, los Hermanos Musulmanes celebraron los funerales por los "miles de mártires que fallecieron en la masacre perpetrada por el Ministerio del Interior y la Policía Militar", según denuncian los islamistas en su web. Una de las principales tuvo lugar en la mezquita de Al Imán, en el distrito cairota de Ciudad Naser, cerca de la plaza de Rabea al Adauiya, donde la policía desmanteló el miércoles una de las acampadas de los islamistas. En paralelo, y no muy lejos de Ciudad Naser, se llevó a cabo el funeral oficial por los 43 policías muertos ayer en los disturbios. A la ceremonia, que se desarrolló en la mezquita de la policía, acudió el ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, y otros responsables de este departamento. La cifra de oficiales fallecidos aumentó debido a dos nuevos asaltos en el Sinaí, donde perecieron siete reclutas acribillados por hombres armados que dispararon desde su coche frente a una comisaria. Además, en esa misma región al este del país, otros cuatros agentes fallecieron en un ataque a un puesto de control de carretera.

Mientras se despedián a las víctimas mortales, la violencia acalló su rumor completamente. Uno de los capítulos ocurrió poco antes del toque de queda, cuando miembros de los Hermanos Musulmanes irrumpieron en una iglesia en Fayum, al sur de El Cairo, y le prendieron fuego, según la televisión egipcia. La cadena no dio más detalles sobre este suceso, que ocurrió después de que el miércoles siete templos cristianos, la mayoría en el sur del país, fueran asaltados durante los disturbios.

Ante esta situación, el grupo 'Tamarrud', instigador de las protestas previas al golpe de estado que depuso al presidente Mursi, instó a los ciudadanos a formar comités populares para proteger las calles y los templos religiosos de disturbios. En declaraciones a la televisión estatal, uno de los dirigentes de la organización, Mahmud Badr, pidió a "todo el pueblo egipcio proteger las iglesias, porque los cristianos afrontan los peores ataques contra sus templos".

Los islamistas acusan al Ejército de "crímenes de guerra"

Uno de los dirigentes de los Hermanos Musulmanes, Mohamed el Beltagy, acusó al ministro de Defensa, el general Abdelfatá Al Sisi, y al Ejército egipcio de haber cometido "crímenes de guerra" en las operaciones de desalojo desarrolladas en los dos campamentos de protesta a favor de Mursi, al tiempo que subrayó que el golpe de Estado del pasado 3 de julio ha "fracasado". "Lo que Al Sisi está haciendo no es sólo desmantelar nuestra protesta sino implicar al Ejército, sus oficiales y soldados en una guerra civil, por lo que no será el único que será llevado ante la justicia por crímenes de guerra", aseguró en un comunicado. "Se han disparado balas reales contra los manifestantes desde helicópteros y desde los tejados de edificios militares en los barrios. Las víctimas han sido alcanzadas por disparos en la cabeza, en el cuello, el pecho y en el corazón. Esto ha sido claramente un intento de matar no de desmantelar", explicó el dirigente de Hermanos Musulmanes.

El Beltagy acusó Ejército de estar "conspirando" impidiendo que las ambulancias lleguen a los heridos, destruyendo los suministros médicos de los hospitales e intentando incendiar el hospital de campaña del campamento de Rabaa "con las esperanza de destruir las pruebas y encubrir los crímenes cometidos hasta ahora". "Al Sisi se ha dado cuenta de que el golpe de Estado ha fracasado", proclamó el dirigente del movimiento islamista, para después acusar al general Al Sisi de haber "implicado" al Ejército en la comisión de crímenes de guerra. "Apelo a los militares del Ejército y a los agentes de Policía para que se deshagan de los uniformes y se vayan a casa", explicó . "No deberían tomar parte en los crímenes de guerra. Las instituciones a las que sirven han perdido su legitimidad", remachó.

Condena internacional

El baño de sangre provocó una crisis gubernamental, con la renuncia del vicepresidente Mohamed El Baradei, y fue condenado por la ONU y por países occidentales y musulmanes. Las autoridades habían prometido un desalojo "gradual" de las plazas cairotas de Rabaa al Adawiya y Al Nahda, ocupadas desde hace un mes y medio por miles de partidarios de Mursi, derrrocado el 3 de julio por los militares y detenido desde entonces. Pero las tropas policiales y militares rodearon por sorpresa al amanecer los dos parques y empezaron a avanzar con topadoras y disparando gases lacrimógenos contra las tiendas de campaña, que albergaban a numerosos mujeres y niños. El Gobierno anunció que el desalojo de Al Nahda concluyó por la mañana. En Rabaa, la Policía garantizó la salida de cientos de manifestantes que querían evacuar el lugar.

La represión desató una crisis gubernamental y ha dividido a los amplios sectores civiles y religiosos que habían apoyado el golpe contra Mursi. El vicepresidente Mohamed El Baradei presentó su renuncia en una carta dirigida al presidente interino, Adly Mansur. "Se ha vuelto difícil para mí seguir asumiendo la responsabilidad de decisiones con las que no estoy de acuerdo", escribió el Premio Nobel de la Paz. "Desgraciadamente, quienes van a ganar con lo ocurrido hoy son los grupos extremistas, que llaman a la violencia y el terror", agregó.