Snowden, el pasajero invisible del vuelo Moscú-La Habana
El topo de la CIA burló de nuevo a la prensa. El asiento 17A del avión de Aeroflot se mantuvo vacío en las doce horas de trayecto
Snowden, el pasajero invisible del vuelo Moscú-La Habana
A lo largo de las doce horas del vuelo Moscú-La Habana, el asiento 17A del avión de Aeroflot permaneció desesperadamente vacío, a la espera de un pasajero que nunca vino.
La plaza había sido atribuida al misterioso Edward Snowden , el exconsultor de la ... agencia de investigación americana NSA acusado de espionaje por Washington, que se suponía que iba a abandonar Rusia rumbo a Cuba, antes de llegar a Ecuador donde ha pedido asilo político.
Como en un golpe de efecto en esta película de espionaje digna de Hollywood, el protagonista jamás apareció. Y los «extras» -decenas de periodistas que no habían dudado en desenvolsar 1.500 euros en un viaje de ida y vuelta para atrapar al inaccesible joven- solo pudieron cazar un fantasma.
«Tengo la impresión de que todos participamos en una gran conspiración de espías», suspira Olga Denissova, una corresponsal de la radio Voz de Rusia, embarcada en el avión.
Desde su salida el domingo de Hong Kong, donde se había refugiado y desde donde realizó las espectaculares revelaciones sobre el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) americana de las comunicaciones telefónicas y de internet en Estados Unidos y el extranjero, Snowden se ha mantenido invisible.
Aunque numerosas fuentes han indicado que había llegado a Moscú , nadie le ha visto, ni en el control de pasajeros del aeropuerto Cheremetievo de Moscú, ni en el hotel de la zona de tránsito donde algunos aseguran que pasó la noche.
Suspense antes del despegue
Hasta el cierre de las puertas del Airbus 330, los periodistas vigilaron la entrada principal ignorando las indicaciones de los miembros de la tripulación que les pedían volver a sus sitios y no no estorbar en el pasillo, en medio de pasajeros intrigados por el alboroto.
«Esperamos todavía a siete pasajeros», anunció la tripulación algunos minutos antes de la hora prevista del despegue, aumentando el suspense y reavivando la esperanza de los reporteros. Pero unos instantes después, los siete que faltaban se presentaron y Snowden no figuraba entre ellos.
Sin abdicar en su empeño, algunos comenzaron a sospechar que se había subido al aparato por otra entrada, mientras que otros sugirieron que podría encontrarse en la cabina.
Una vez que el avión despegó todos se dieron cuenta amargamente de que Snowden no había embarcado.
«Creo que habría estado loco si hubiera cogido este vuelo. Ya veis hasta qué punto ha llegado la locura aquí», constató una de las azafatas, Elena, mientras preparaba copas de champán para los pasajeros de la clase business.
«Yo habría hecho lo mismo en su lugar», aseguró.
Incluso vacío, el asiento 17A ha suscitado curiosas miradas durante el vuelo y ha sido fotografiado abundantemente por los periodistas, a falta de algo mejor.
Una vez que el avión aterrizó en La Habana, la impresión que reinaba era la de haber sido engañados.
«Hemos sido engañados», reconoce Anna Nemtsova, corresponsal en Moscú de la revista Newsweek y colaboradora de la cadena de televisión americana NBC News.
«A pesar de todo, voy a quedarme aquí algunos días para estar segura de que no va a llegar en otro avión», añade.
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