Las cárceles nigerianas, sin defensa ante los islamistas de Boko Haram
La milicia lidera una fuga masiva y convierte a esta práctica en una de sus principales fuentes de reclutamiento
EDUARDO S. MOLANO
Sangrientos seguidores de Harry Houdini. Al menos 55 personas perdieron la vida y 105 reos fueron liberados en Nigeria en un ataque protagonizado por miembros de la milicia islamista de Boko Haram contra una prisión de la ciudad de Bama, al noreste del país.
« ... Cerca de 200 miembros del grupo radical llegaron a la ciudad en camionetas y autobuses. Posteriormente irrumpieron en la cárcel, liberando a 105 prisioneros y matando a todos los guardias de la prisión que se encontraban a su paso», aseguró a los medios locales Musa Sagir, portavoz militar de la región.
Pese a que en los últimos días Boko Haram había acrecentado la virulencia de sus acciones (a finales de abril, 185 personas fallecían en los enfrentamientos entre el Ejército y la milicia islamista), el ataque marca un capítulo destacado para la milicia, en una biografía especialmente ligada a las fugas masivas.
Ya el 7 de septiembre de 2010, en el considerado por la mayoría de analistas el prólogo de su dilatada carrera terrorista, el grupo armado había liberado a 721 prisioneros que se encontraban retenidos en la cárcel de Bauchi.
Apenas un año después, en enero de 2012, otros 40 correligionarios del grupo huían del penal de Damaturu, a apenas 280 kilómetros del anterior centro.
El caso de Congo
Sin embargo, las pobres medidas de seguridad de ciertas cárceles africanas frente a la furia rebelde tampoco resultan una novedad.
El pasado mes de noviembre, cerca de 1.170 presos escapaban de la cárcel de Munzenze, en la localidad de Goma, al este de la República Democrática del Congo, durante la ofensiva rebelde capitaneada por el grupo M23 sobre la ciudad. Antes, Naciones Unidas ya había denunciado que la población carcelaria en el Estado excedía hasta en un 600 por ciento su capacidad operativa, mientras expresaba su preocupación por las graves deficiencias en infraestructuras y capacitación de los propios funcionarios de prisiones.
Precisamente, en 2009, Dimitry Titov, el secretario adjunto de la ONU para el imperio de la ley y las instituciones de seguridad en el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, visitaba la cárcel de Munzenze.
El panorama ante sus ojos no podía ser más desolador: Pese a haber sido construido para servir de cobijo a 150 prisioneros, este centro de la provincia de Kivu Norte albergaba a más de 850 reos. Y de ellos, al menos 650 todavía estaban a la espera de juicio (el propio Titov llegó a calificar a esta cárcel como «la peor de África»).
En ese sentido, el paralelismo entre Congo y Nigeria es absoluto. Por ejemplo, la prisión nigeriana de Kirikiri, en Lagos, cuenta con un 250% de sobrepoblación. De igual modo, de 54.000 reos retenidos en las presidios del Estado a finales del pasado año, 38.000 de ellos se encontraban todavía a la espera de juicio.
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