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El debate sobre el derecho a las armas en Estados Unidos

La Constitución consagra el derecho a portar armas, siempre en el foco del debate

El debate sobre el derecho a las armas en Estados Unidos REUTERS

ESTEBAN VILLAREJO

«Abraza la libertad» : con este lema se presenta la Asociación Nacional del Fusil Americana (la NRA, en sus siglas en inglés). Esta organización no es ningún club de «frikis», como a veces pueda parecer a este lado del Atlántico, sino un todopoderoso «lobby» de cuatro millones de estadounidenses que, fundado en 1871, tiene consagrado para sí el deber de «proteger y defender la Constitución de EE.UU., especialmente en lo relacionado con los derechos inalienables a adquirir, poseer, coleccionar, llevar consigo, transferir propiedad, y disfrutar el derecho de usar armas».

Este derecho de posesión de armas («right to bear arms») tiene su fuente de derecho en la Segunda Enmienda a la Constitución de EE.UU. que, curiosamente, hoy cumple 221 años, solo 15 menos que la Declaración de Independencia de EE.UU. en 1776.

Precisamente esa Segunda Enmienda siempre fue objeto de debate interpretativo entre defensores del control de armas y los que abogan por la permisiva legislación actual; unos esgrimían que ese derecho solo recaía en las Fuerzas Armadas, otros defendían que, además, el derecho era extensivo al común de los mortales que podrían tener así un acceso al fuego en caso de que esa «milicia» se extralimitase. Es el siglo XVIII. Literalmente la Segunda Enmienda dice así: «Siendo una milicia bien regulada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del Pueblo a tener y portar armas no debe ser infringido».

Más allá de la interpretación, lo que no cabe duda es que EE.UU. es un país con cultura de tenencia de armas aunque el tipo de armamento al que se puede tener acceso -deportivo, caza, recortadas, fusiles de asalto militares, armas cortas- varía en función del Estado o condado que tienen margen para regular vicisitudes tales como requerimientos al comprador, control de armas, test de salud mental, etc.

Por ejemplo, los fusiles de asalto están prohibidos en solo cinco estados, incluido el de Connecticut , escenario de la última masacre de ayer. Texas, Colorado o Arizona son terrenos más abonados al negocio de las armerías. Se calcula que entre 260 y 300 millones de armas de fuego están en manos de la población civil en Estados Unidos y uno de cada tres hogares cuenta con al menos una. Las armas de fuego se emplean en dos tercios de los homicidios, de acuerdo con cifras del FBI.

Según la organización «Small arms survey», EE.UU. es el país con el mayor ratio de posesión de armas cortas por habitante: 89 armas por cada 100.000 habitantes, Yemen es el segundo (55) y, sorpresa, Suiza es el tercero (46). En cuanto a producción munición EE.UU. es también, de largo, el mayor productor: entre 248 y 286 millones de balas.

Qué puede hacer Obama

Columbine, Virginia Tech, Fort Hood, Aurora... son escenarios marcados para siempre por la masacre en un país que, como dijo ayer el propio Barack Obama, «ha pasado por esto demasiadas veces». ¿Puede el presidente de EE.UU. introducir mecanismo para un control estricto de las armas? He ahí el debate que se volverá abrir en una sociedad que muchos se cuestionan si está enferma por este culto al fuego. Normalmente el debate se abandona pasadas unas semanas y vuelve a retumbar el mantra con el que se forjó la nación: «Ningún hombre libre será excluido del uso de las armas» (Thomas Jefferson, padre fundador de EE.UU.).

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