Sin justicia para Marita Verón, secuestrada hace diez años en Argentina por una red de trata de blancas

Un tribunal de la provincia norteña de Tucumán , de donde es oriunda la familia, absolvió la noche del martes a los trece acusados . Son proxenetas, madamas, una empresaria, chulos y un policía vinculado al hampa. Todos ellos, en compañía de otros, cerrarían el círculo impune de la red de trata de blancas que atrapó a «Marita».

Hay convocadas marchas en todo el país como gesto de repudio.

Susana Trimarco no derramó una lágrima al oír el fallo. Apelará y pedirá juicio político contra los magistrados que lo dictaron. «Esto fue un acto de corrupción, una estafa. Es una vergüenza para todo el país», clamó, antes de asegurar: «Estoy más fuerte que nunca. No voy a derramar una lágrima por estos delincuentes que quedaron libres». Sobre ellos dijo que «destruyeron la vida de mi hija, la mía, la de mi esposo que murió sin poder ver a Marita».

El 3 de abril de 2002 , su hija, según la reconstrucción de los hechos, fue interceptada en la calle y obligada a meterse en un automóvil. A partir de ese día la llevaron, como un bulto, de un lado a otro para explotarla. El peregrinaje incluye distintos lupanares y casas de Tucumán y La Rioja , provincia vecina.

En una de esas escalas, según los testimonios recogidos en el juicio, la muchacha recibió una bala en la pierna. También habría quedado embarazada de un hijo de «Mamá Lili» , como se conoce a Lidia Irma Medina, una de las imputadas que, según la acusación, «compró» y explotó a Marita.

Una testigo protegida, Blanca V, sospecha que Marita Verón podría estar en España porque la noche en que desapareció de «El Desafío» -nombre del prostíbulo de «Mamá Lili»- la cocinera le advirtió que tuviera cuidado «porque iban a trasladar a algunas chicas a España».

Susana Trimarco, madre coraje argentina , tras el secuestro de su hija rastreó su pista por prostíbulos y lugares de mal vivir. Llegó a disfrazarse y simular estar en el mercado de la prostitución para localizarla. Estuvo cerca pero no lo suficiente. Su persistencia y valentía no le devolvieron a Marita, pero consiguió liberar a un centenar de mujeres maltratadas, privadas de libertad, forzadas a drogarse y a convertirse en moneda de cambio para satisfacción de hombres sin escrúpulos.

Lo mismo que le sucedió y, si está viva, le seguirá pasando a Marita, tal y como relataron durante este juicio de diez meses compañeras de cautiverio de la joven.

La sentencia en el caso Marita Verón, como se conoce en Argentina, ha desatado una ola de indignación. Gobierno, diputados, senadores, políticos de todas las banderas y gente de todos los estratos sociales alzan su voz en solidaridad con Trimarco y en demanda de justicia. Cristina Fernández de Kirchner llamó a Di Marco para solidarizarse, «gritaba, no lo podía creer», relató ella misma.

La radio ardía y la televisión recogía testimonios de solidaridad con la familia de la víctima. En este contexto, sobre el tapete de la discusión, vuelve a ponerse la complicidad del poder político y el caudillismo en provincias donde la ley es papel mojado por las lágrimas de víctimas como Marita.

Este caso hizo recordar al de María Soledad , una joven asesinada en los años noventa a manos de los «hijos del poder» (hijos de políticos y empresarios poderosos), en la provincia lindera de Catamarca.

Susana Trimarco está reconocida internacionalmente por su valentía. El Departamento de Estado de Estados Unidos le entregó en 2007 el premio internacional a las Mujeres con Coraje . También el Parlamento Europeo reconoció su valor y hay una campaña para promover su candidatura a Premio Nobel de la Paz.

La historia de su hija inspiró hace cuatro años la serie televisiva «Vidas robadas» , producción de máxima audiencia.