'Vencer o morir': el olvidado ejército de monárquicos y curas que quiso aplastar a la Revolución francesa
El parque Puy du Fu se ha pasado a la gran pantalla con la historia de la revuelta de la región de 'La Vendée'
Su director, Vincent Mottez, desvela a ABC la intrahistoria de un largometraje rodado en tres semanas con un «presupuesto ajustado»
La sangrienta matanza de almirantes franceses que condenó a Napoleón en Trafalgar

El director Vincent Mottez recuerda, y le será difícil olvidar, el momento exacto en el que el parque temático Puy du Fu contactó con él para que liderase su salto a la gran pantalla: «Me llamaron y me comentaron que querían rodar la ... historia de un rebelde que había combatido contra la Revolución francesa en la región de La Vendée, en la costa oeste de Francia». No les dejó acabar la frase: «¡Claro, François de Charette!». El resultado ha sido 'Vencer o morir', una cinta centrada en un episodio tan desconocido como estremecedor y que se rodó en menos de tres semanas; «dieciocho días, para ser más concretos», según explica el cineasta. Y hoy se estrena en España.
Mottez responde a ABC desde el corazón del Instituto Francés de la capital; qué mejor lugar para recordar este episodio de la historia de su país. Decir que es efusivo se queda corto. Se muestra eléctrico, como la cinta que ha alumbrado. «Quería que la historia fuese una suerte de torbellino», afirma en un galo más que musical. Lo cierto es que lo ha conseguido. Desde la primera secuencia, la película atesora un ritmo trepidante; y eso es mucho al enfrentarse a un reto colosal como es reducir tres años de combates en noventa minutos. La conclusión es que tanto él como 'Puy du Fu Films' se declaran satisfechos, y más cuando han contado con las dificultades típicas de los neófitos en el mundo de los rodajes.
Rigor histórico
'Vencer o morir' cumple la máxima enarbolada desde el primer día por 'Puy du Fu Films': el rigor. El parque temático, baluarte de la historia medieval en sus dos sedes –Francia y España, por orden de apertura– puso sobre la mesa unos «valores de producción» envidiables, como explica Mottez: «Han colaborado con trajes, decorados, especialistas, animales... En sus instalaciones cuentan con dos centenares de caballos que han sido muy útiles. Todo ello ha ayudado a impregnar la película de un realismo extremo». También, junto a Canal + y otras tantas empresas, han completado un presupuesto de cuatro millones de euros, tal y como desvela a ABC el productor, Guillaume Allaire.
Con la historia ha sucedido lo mismo. Cada hecho, cada instante de la trama, está basado en aquella guerra civil que arrancó a finales de febrero de 1793. Fue entonces cuando parte de la población, aquella que apoyaba el Antiguo Régimen, se alzó en armas en la región de La Vendée. Lo hizo como respuesta a una leva extraordinaria y obligatoria de 300.000 jóvenes orquestada por el Gobierno revolucionario de la Convención. «Querían enviar a los hijos de los campesinos a luchar contra las monarquías europeas, y ellos se negaron», sentencia el director.
Aunque la tensión venía de mucho antes; ya en 1791 se había obligado a los religiosos a prestar juramento al nuevo sistema y, tan solo dos años después, había rodado la cabeza de Luis XVI.

Los campesinos, armados, pero sin formación militar, pidieron ayuda a los nobles de la zona para que les guiaran a la batalla. Y uno de los más destacados fue François-Athanase de Charette de La Contrie, a quien da vida en la cinta Hugo Becker. Su máxima estaba clara: «Pour Dieu et le Roi» («Por Dios y el Rey»). Mottez está de acuerdo en que 'Vencer o morir' se ha centrado solo en este personaje a pesar de que hubo otros tantos líderes, pero sostiene que ha sido una concesión necesaria para «simplificar el mensaje, comprender las causas, resumir los hechos y trazar líneas de tiempo entendibles». Algo indispensable en una revuelta que levantó en armas a 200.000 hombres y mujeres contra la Revolución.
A vueltas con la historia
Durante tres años, Charette y sus hombres se convirtieron en fantasmas que aprendieron a utilizar la guerrilla para sobreponerse a un contingente versado en el arte de la guerra. Fueron una verdadera pesadilla para la Convención. Hasta tal punto, que el Gobierno envió a La Vendée a las temibles 'Columnas infernales', brigadas del ejército regular con órdenes de quemar hasta los cimientos los pueblos de la comarca y de asesinar a cualquier hombre, mujer o niño que hallaran en su camino. No les sirvió de mucho, ya que aquella barbaridad tan solo avivó más el odio del 'ejército blanco', como se hacían llamar los revoltosos.
El tema es controvertido a nivel histórico, y toca preguntarle por él al director:
–¿Quiénes fueron los buenos y quiénes los malos en esta contrarrevolución?
–Lo de buenos y malos es un juicio de valor y depende de la época en que se analice el hecho. Prefiero hablar de víctimas y verdugos. El hecho es que 70.000 personas de La Vendée fueron masacradas por un ejército regular que utilizó todos sus medios y todos sus sistemas de represión contra los campesinos. En la República de hoy es un mensaje difícil porque la Revolución es una suerte de génesis del régimen actual, y nos gustaría que esto fuese un relato inmaculado y puro, pero está manchado de sangre.
–¿Se puede pecar de presentismo al ver esta película?
–En efecto. La realidad de la época es que, en marzo de 1973, la República solo tenía seis meses de existencia, y la monarquía mil años. ¿Quiénes eran los traidores? Es difícil saberlo desde los ojos de los campesinos de entonces.
Mottez es franco y no se vale de paños calientes. Sabe que en Francia tiene una relación ambigua con la revolución, y no quiere enfrentar a unos con otros, pero está convencido también de que es una obligación mostrar este episodio. «Es un tema poco conocido que se ha intentado popularizar con un espectáculo en Puy du Fu. En mi país, la revolución es a la vez objeto de orgullo y vergüenza. Por un lado representa los ideales de los derechos del hombre. Por otro, se hizo de manera brutal», especifica. Hay muchos cadáveres en el armario, y es hora de darlos a conocer para generar conciencia social.
Con todo, al director le gustaría que el público no se quedase solo en este detalle, sino que supiese apreciar los esfuerzos y las dificultades que ha tenido que superar su equipo para dar vida a 'Vencer o morir'. El mayor: rodar en apenas 18 jornadas. «Cuando se lo decimos a los profesionales del sector, les sorprende que hayamos podido hacerlo. Y más cuando yo vengo del mundo del documental y este es mi primer largometraje. Esa falta de experiencia ha sido una ventaja. Si hubiéramos tenido más, nos habríamos negado por la dificultad», sentencia. El que escribe no puede más que recomendársela por revivir un episodio más que olvidado de nuestra historia europea.
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