Así nació la 'ultraderecha' europea: la facción que pedía la vuelta al Antiguo Régimen en la Revolución Francesa
El auge de la extrema derecha en Europa ha sido ampliamente analizada en los medios durante los último años, pero pocos se hayan interesado por averiguar cuál es el origen histórico de este grupo
Israel Viana
Hace dos meses, los vecinos de Chueca se quedaron atónitos ante la manifestación convocada en el corazón de la capital por Madrid Seguro, la marca que aglutina a varios grupos de extrema derecha . Las calles del barrio se llenaron de simpatizantes que caminaban desafiantes ... aporreando tambores, encendiendo bengalas y gritando proclamas xenófobas y homófobas como «¡Fuera sidosos!», «¡Vamos a acabar con el matrimonio homosexual!», «Ni bandas latinas ni menas» y «¡España cristiana, no musulmana!». La marcha estaba comandada por el líder ultra de España 2000, José Luis Roberto , imputado en Valencia por un delito de odio.
La manifestación tuvo una amplia acogida en los medios de comunicación, de la misma forma que el auge de la extrema derecha en Europa en los últimos años, aunque pocos son los periódicos o cadenas de televisión que se han interesado por averiguar cuál es el origen histórico de este movimiento ultraconservador y de donde viene la expresión que los califica como ‘extrema derecha’ ¿Y por qué no izquierda o granate? Además, al contrario de lo que mucha gente cree, este apelativo no nació, como muchos piensan, con la aparición del primer Gobierno facista de Mussolini, en 1922, tras la violenta marcha sobre Roma que tan extensamente cubrió ABC y el resto de la prensa española. Tampoco en la Alemania de Hitler previa a la Segunda Guerra Mundial.
El último país en dar una alta representación a la extrema derecha ha sido Finlandia. En abril, el partido de los Verdaderos Finlandeses quedó cerca de ser el más votado del país. Esto no es un hecho aislado, ya que en los diferentes países de Europa esta tendencia política obtiene cada vez más representación parlamentaria desde hace unos años , compartiendo en todos unos rasgos comunes: críticas a las políticas migratorias, el cuestionamiento de la Unión Europea, un nacionalismo firme, el rechazo a la globalización en favor de un mayor proteccionismo económico y ataques al feminismo y a las políticas LGTB.
La Asamblea Constituyente
El fenómeno Vox en España tiene, salvando las diferencias, movimientos semejantes en el viejo continente. En Grecia, Amanecer Dorado ; en Bélgica, Nueva Alianza Flamenca; en Austria, FPÖ; en Eslovaquia, el Partido Nacional Eslovaco; en los Países Bajos, el Partido por la Libertad; en Hungría, Fidesz-KDNP; en Polonia, Ley y Justicia, y en Francia, el famoso Frente Nacional de Le Pen, que es considerada la formación más cercana al nacimiento de la extrema derecha en Europa. La razón es que un buen número de historiadores sitúan su origen en los años de la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII.
Jean-Yves Camus y Nicolas Lebourg contextualizan así la ‘extrema derecha’ en la actualidad, en su libro ‘La extrema derecha en Europa: Nacionalismo, xenofobia, odio’ (Clave Intelectual, 2020):
«La ambigüedad fundamental del término reside en que generalmente los adversarios políticos de la ‘extrema derecha’ lo utilizan como un término descalificador, incluso estigmatizante, que apunta a remitir y reducir todas las formas de nacionalismo partidario a las experiencias históricas del fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán y sus más o menos cercanas declinaciones nacionales de la primera mitad del siglo XX. La etiqueta ‘extrema derecha’ casi nunca es asumida por las personas a quienes se les adjudica y prefieren autodesignarse con denominaciones tales como ‘movimiento nacional’ o ‘derecha nacional’. Sin embargo, la literatura científica coincide en validar la existencia de una familia de partidos de extrema derecha».
Estos dos expertos en la historia del Frente Nacional defienden que los primeros partidos políticos de extrema derecha nacieron en la Asamblea Constituyente, en referencia a la denominación que adoptaron los Estados Generales, en Francia, a partir del 9 de julio de 1789. Se debe a la organización espacial de la sala de reuniones, que ubicaba a la derecha del presidente a los aristócratas (‘Negros’), es decir, a los partidarios del Antiguo Régimen que rechazaban totalmente cualquier cambio revolucionario. A continuación, de derecha a izquierda, se colocaban los monárquicos, partidarios de la monarquía parlamentaria bicameral al estilo británico; los patriotas o los constitucionales, que buscaban reducir al mínimo los poderes del Rey Luis XVI y deseaban una Cámara única, y, por último, en el extremo izquierdo, los demócratas, partidarios del sufragio universal y de todos aquellos cambios que acabaran con el régimen establecido.
Toma de la Bastilla
La toma de la Bastilla , el 14 de julio de ese año, se ha considerado tradicionalmente el punto de inflexión entre ese mundo que agonizaba, el del Antiguo Régimen , y la nueva sociedad que se configuró a partir de la Revolución Francesa, considerada más libre e igualitaria. Hay una viñeta de la época que representaba a la perfección lo que ocurría en el momento del nacimiento de la ‘extrema derecha’. En ella se podía ver a un burgués rompiendo unas cadenas y tomando las armas ante el gesto horrorizado de un aristócrata y un sacerdote. A la imagen le acompañaba el siguiente lema: «El despertar del Tercer Estado».
Ese Tercer Estado estaba representado por el pueblo y la burguesía, que tomaron conciencia de su capacidad para convertirse en el motor de la sociedad frente a los estamentos tradicionalmente privilegiados entre los que también estaba la monarquía. Fue en ese momento en el que se reconocieron abiertamente la igualdad, la fraternidad y la justicia para todos los ciudadanos. Dos meses después, el 11 de septiembre, encontramos ya por primera vez registrada la mencionada distribución en la Salle du Manége del castillo de las Tullerías, en París: los partidarios del derecho a veto por parte del Rey Luis XVI sobre las decisiones que tomara la Asamblea se colocaron a la derecha del presidente y los opositores, a su izquierda.
Según al grupo de autores al que se pregunte, esta división sucedió en otras fechas. El filósofo riojano Gustavo Bueno en ‘El mito de la izquierda’ (Ediciones B, 2003) explica: «Fue en la sesión del 28 de agosto de 1789, es decir, ya constituido el Tercer Estado como Asamblea Nacional, cuando los partidarios del veto real absoluto se pusieron a la derecha y los que se atenían a un veto suavizado, o nulo, a la izquierda. Esta ‘geografía de la Asamblea’, como decía Mirabeau el 15 de septiembre de 1789, se mantuvo».
Según escribía el historiador de la Universidad Rey Juan Carlos, José Luis Rodríguez, en ‘De la vieja a la nueva extrema derecha’ (2005), la reivindicación principal de estos pensadores era volver directamente al modelo de la Edad Media, ya que consideraban que todo lo que había traído consigo la ruptura de 1789 no era más que una involución. Defendían que el nuevo régimen que alzó a la burguesía en la fuerza dominante era nocivo y mucho más perjudicial que el feudalismo y el absolutismo.
Configuración de la extrema derecha
La fracción ubicada más a la derecha se encontraba por fuera de la Asamblea en el Salón Francés y fue liderada por el vizconde de Mirabeau, hermano de uno de los líderes de la Revolución Francesa, Honoré Gabriel de Mirabeau, con el que estaba enfrentado. A este le acompañaban el oficial Jacques Antoine Marie de Cazalès, capaz de morir por la monarquía, y el abad Jean-Sifrein Maury, uno de los defensores más perseverantes del Antiguo Régimen. Todos formaban un grupo de unos doscientos privilegiados que rápidamente abandonaron los debates y emigraron del país o se retiraron a sus tierras antes de que acabara el año.
A lo largo de la Revolución y durante los años posteriores hasta el Segundo Imperio francés, esta variada y amplia facción contraria a los cambios encarnó aquello que configuraría en el futuro a la extrema derecha. Los franceses, sin embargo, no bautizaron oficialmente a estas tendencias como «izquierda» o «derecha» hasta tiempo después. Durante el periodo revolucionario de 1789 se las conocía como «la montaña» (izquierda), «la llanura» (derecha) y «la marisma» (indecisos), pero todos coinciden en que las ideas de cada grupo quedaron asociadas a esa posición en la Asamblea para siempre, extendiéndose, incluso, a otros países. De hecho, los monárquicos y los conservadores siempre se situaron a la derecha.
Para Camus y Lebourg, «si bien a comienzos del siglo XIX las calificaciones políticas ya estaban dispuestas en base a esta posición, no es sino hasta la Primera Guerra Mundial cuando los ciudadanos se clasifican a sí mismos en el eje derecha e izquierda», aseguran. De todas formas, las referencias nunca faltaron en el siglo transcurrido entre medias. El historiador René Rémond señala que en el período entre la Restauración de 1814 y la Revolución de 1830, los partidarios del regreso a la monarquía absoluta aceptaron encantados el prefijo de de «ultra» y la denominación de «ultrarrealistas», por el hecho de que sus ideas iban más allá del simple principio monárquico que consagraba la llegada de Luis XVIII al trono.
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