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«¿Dónde vas, Alfonso XII, triste de ti?»: la cruel muerte de la Reina de España más querida

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La inesperada muerte María de las Mercedes de Orleans destrozó el corazón al país y despertaron sospechas de envenenamiento

«¿Dónde vas, Alfonso XII, triste de ti?»: la cruel muerte de la Reina de España más querida

ABC HISTORIA

17/02/2023 a las 01:47h.

Mientras se sucedían en la Península la efímera dinastía de los Saboya y luego una desastrosa Primera República, los Borbones se armaron política y sentimentalmente para volver al trono. En la navidad de 1872, María de las Mercedes de Orleans y su familia visitaron ... a la familia de Isabel II. Sin que nadie lo hubiera previsto, el futuro Alfonso XII bebió los vientos por su dulce prima María. «Mercedes apareció ante mis ojos como la imagen perfecta de la felicidad y la virtud», escribió.

Mercedes cautivó a su primo carnal nada más dejarse ver. Era una muchacha de cabello y ojos negros, de estatura baja, cara redonda y belleza dulce. Lejos de ser un amor pasajero, Alfonso, que fue coronado de vuelta a España en 1874, insistió en casarse con su prima en contra de todas las facciones políticas. A los monárquicos no les gustaba porque la hija de un asesino de infantes no les era lo más simpático; a Isabel II, ya depuesta, porque no concedía ni los buenos días a su cuñado, y a los republicanos, porque no les gustaba la Corona en ninguna de sus versiones.

No obstante, el matrimonio solo duró unos meses. Tras sufrir un aborto, la Reina pareció recuperarse en un primer momento, pero luego le aquejaron las fiebres, las hemorragias intestinales y los vómitos sin que se esclareciera el motivo de su enfermedad. Murió de manera súbita ocho meses después de la boda rompiendo el corazón de todo el país y abriendo un abanico de retorcidos rumores debido a lo rápido que se descompuso su cadáver.

Sumido en la melancolía, el Monarca quiso construir en Madrid, junto al Palacio Real y la vieja muralla de la ciudad, la iglesia catedral que su esposa había soñado en vida. No obstante, el deseo regio hubo de esperar más de un siglo de obras mil veces interrumpidas por las discrepancias arquitectónicas y la falta de fondos antes de que se terminara la catedral y de que se trasladara allí el cuerpo de María de las Mereces, que hoy descansa a los pies de la imagen de La Almudena, virgen de la que era muy devota. La inscripción de su sepultura fue su enésimo gesto de amor: «De Alfonso XII a su dulcísima esposa».