T-54 soviético: los secretos del viejo tanque de 1945 que combate a muerte por Putin en Ucrania
Después de que se hayan publicado imágenes de este carro de combate en el frente, solo podemos hacernos una pregunta: ¿cuánto queda para que el Zar del siglo XXI desempolve los viejos T-34 de la Segunda Guerra Mundial?
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Carro de combate T54, varias de cuyas unidades se han visto en Ucrania
Lo del gran oso ruso no tiene nombre. Al principio, hace ya meses, Vladimir Putin todavía esgrimía una mueca de disgusto cuando le preguntaban por el envío de antiguos carros de combate T-62 a Ucrania. Exigencias del guion, repetía. Hoy todo ha cambiado. Abierta ... ya de par en par la caja de Pandora, el Zar del siglo XXI no mueve una ceja cuando se ve obligado a explicar por qué diantres ha desempolvado tanques soviéticos con décadas a sus espaldas para combatir contra el gobierno de Kiev. De momento, y bajo la bandera de la propaganda, la máxima rusa es que se están construyendo nuevos blindados y que las carracas que se movilizan son parches esporádicos. Ni ellos se lo creen.
Pero Putin, que siempre logra superarse, ha rizado el rizo estos días. Y no crean que hay pizca de exageración. El último esperpento de Moscú ha consistido en hacer llegar hasta Ucrania viejos –viejísimos, diantre– carros de combate T-54 . Las costuras se le han visto al Kremlin a través de múltiples vídeos publicados en las redes sociales rusas Telegram y VK el 21 de marzo. Cortos que parecen sacados de Vietnam y que muestran el traslado de varias unidades de T-54 de fabricación soviética a través de las vías del tren. Al calor de los mismos, solo cabe preguntarse una cosa: ¿cuánto tiempo tardará el Zar moderno en enviar a Ucrania los T-34 que combatieron en la Segunda Guerra Mundial?
De 1945 a Ucrania
El origen de este vehículo se halla en 1945; año de bonanza acorazada para unos soviéticos que habían solventado la Segunda Guerra Mundial con el famoso T-34/76, de blindaje inclinado y cañón de 76 milímetros, y su evolución directa, el T-34/85. Tras la caída del Tercer Reich, la URSS se planteó la necesidad de idear un nuevo carro de combate que diera un salto más en la carrera acorazada. La solución vino de la mano de un diseño que se prometía revolucionario: el del T-54. Basándose en las bondades aprendidas de la 'Wehrmacht' y de las mejoras implementadas tanto en la artillería autopropulsada SU-100 como en el T-44, los ingenieros se pusieron manos a la obra.
El primer prototipo del T-54 estuvo preparado a finales de 1945. Según explica Óscar Corcoba en 'Tecnología militar: Desde la bomba atómica hasta los robots de combate y la inteligencia artificial', las primeras pruebas fueron favorables y el Kremlin decidió aumentar la producción entre 1947 y 1948, cuando se solventaron una ristra de 1.490 problemas varios. El resultado, no hay por qué negarlo, fue el alumbramiento de uno de los mejores carros de combate medios del mundo; tan solo superado en armamento y blindaje por los Centurión británicos en 1958. «En la práctica, el Ejército Rojo recibió un tanque que era superior a los de sus oponentes potenciales», añade el experto.
La primera versión de producción en serie, la T-54-1, contaba con un blindaje de 100 milímetros en el frontal. 80 milímetros en los laterales, 30 milímetros en la torreta y 20 milímetros en la parte inferior. El cañón, de 100 milímetros de calibre, disparaba municiones APHE ('Armour-Piercing High Explosive' o 'Perforante alto explosivo') y podía batir sin despeinarse a cualquiera de sus equivalentes. Sin embargo, el aumento masivo en la fabricación derivó en una serie de problemas de diseño que obligaron a los ingenieros a implementar más y más mejoras. El resultado fue el alumbramiento de la versión T-54-2, a la que se le añadió una torreta en cúpula con lados planos.
Mil mejoras
A partir de aquí, las mejoras y las versiones se multiplicaron. En este sentido, el T-54 fue un pionero, pues fue entendido como una plataforma que debía mejorarse en los años venideros; algo similar a los que sucede en la actualidad con los Abrams M1 o los Leopard 2. «Con el paso de los años, las ametralladoras fueron retiradas en favor de una sola ametralladora montada en arco. La transmisión se modernizó y la vía se amplió a 580 milímetros. El T-54-2 entró en producción en 1949. En 1951 se realizó una segunda modernización designada T-54-3, que tenía una nueva torreta sin cortes laterales, así como una nueva mira telescópica del artillero», añade el experto español.
Los mil cambios aplicados en el T-54 provocaron que el Kremlin desarrollara, a partir del 1955, el T-55 en sus fábricas. Este carro de combate fue el resultado de aunar todas las bondades de sus predecesores, amén de protección contra armas biológicas y un nuevo motor diésel de 581 caballos. Por si fuera poco, se aumentó su rango operativo, su capacidad de combustible y el número de disparos que podía llevar a cabo, que pasó de 34 a 45. A nivel estético, estos hermanos son similares. De hecho, el parecido es tal que, todavía hoy, cuesta distinguir uno de otro. De hecho, muchos T-54 fueron modificados y transformados en T-55 en los años siguientes.
T54 ruso, en un tren camino de Ucrania
En lo que respecta al diseño, su casco estaba formado por planchas soldadas y la torre era de fundición. Dos características que lo convertían en un vehículo muy fiable y robusto. La escasez de elementos electrónicos hacían de él un carro de combate muy sencillo de reparar y que apenas se averiaba, lo que extendió su vida útil en la Unión Soviética hasta 2016, hace menos de un lustro. Es el Sherman estadounidense de la Guerra Fría, pues su chásis ha sido reutilizado para fabricar una enorme cantidad de vehículos. Entre ellos, versiones para ingenieros, lanzallamas, artillería antiaérea, VCI... De hecho, fue eficiente y efectivo hasta que arribaron los T-62 y T-72.
El tanque del pueblo
El resumen de lo que significó esta familia de carros de combate para la Unión Soviética lo aporta el historiador Anthony Tucker-Jones en su ensayo 'T-54/55: The Soviet Army's Cold War Main Battle Tank': «No podemos subestimar su importante papel en la Guerra Fría y en la década siguiente. Mientras que el AK-47 fue el arma del pueblo, el T54/T-55 ha sido el tanque de la gente. Es el tanque más prolífico producido nunca y el carro de combate soviético medio/pesado mejor adaptado a combatir en todo tipo de terrenos. Demostró ser un sucesor muy digno de los T-34». No le falta razón, pues ha pisado desde Praga –durante las revueltas del sesenta y ocho– hasta Afganistán.
A pesar de sus bondades, que vaya si las tuvo, la familia T-54/T-55 tenía demasiadas similitudes con los carros de combate de la Segunda Guerra Mundial. Con todo, en su momento se convirtió en la columna vertebral de las divisiones acorazadas del Pacto de Varsovia y sus colegas de campaña. Las cifras son claras: se fabricaron entre 86.000 y 100.000 y, en la actualidad, continúan activos en más de medio centenar de países de segunda y tercera línea. El diseño es el más ensamblado de la historia militar. Por descontado, han sido los caballos de batalla acorazados en todos los grandes conflictos del siglo XX alejados del centro del Viejo Continente. Desde Vietnam hasta Siria y Egipto.
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¿Podría hoy enfrentarse esta longeva familia de carros de combate a los Abrams M1, a los Leopard 2 y a los Challenger enviados a Kiev desde Occidente? La respuesta es rotunda: no. El mejor uso que se les puede dar, más allá de estar en un museo como germen de los actuales T-80, es el de colaborar en operaciones de guerra asimétrica. A saber: enfrentamientos contra la infantería ucraniana que utiliza la guerra de guerrillas para golpear la retaguardia rusa. Pero sus instrumentos, su armamento, su blindaje y su tecnología se han quedado desfasados. Son, en definitiva, unos veteranos que no se deberían haber reclutado.
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